Opinión Nacional

Venezuela puede ganarle al despotismo

Ocho de los cincuenta presos políticos tratan de ser candidatos para las elecciones parlamentarias de septiembre y, a estas alturas, esa iniciativa demanda de los venezolanos que debemos elegir, un valor fundamental: la solidaridad. En estos once años ese valor ha sido vapuleado  y, ante esa arremetida voraz  del chavismo, hemos pecado de indolentes  ya sea por temor, rabia, agotamiento, o ignorancia. Por supuesto que el régimen va a tratar de impedir la candidatura, así como también uno no sabe si ante este desmoronamiento, nacional e  internacional, las elecciones lleguen a realizarse. Pero hoy, ante  el cuadro político que tenemos, los presos políticos aspirantes tienen que estar en el primer lugar de nuestra preocupación no sólo porque es su única posibilidad , sino porque  nos reta a ser  mejores, a reconocerles sufrimientos y humillaciones por defender  lo que tiene que ser objetivo indiscutible de los demócratas, agradecerles el valor y la dignidad que les llevó hasta esas prisiones  alejados de sus seres queridos.  La situación  no es fácil. Las apetencias están allí.

Estamos obligados a demostrar que sí hemos aprendido algo. Hoy no sobra nadie. Esa necedad de excluir en discursos “el ayer”, intentar abrir brechas generacionales porque el futuro  es de  los jóvenes, es una perfecta idiotez. Ninguna empresa humana , política o comercial llega a ningún lado, sin la unión de las generaciones: curiosidad y experiencia. Por supuesto que lo que está en juego es otra cosa, pero en ese afán por estremecer y despertar pasiones, se recurre a inflados  discursos que  distorsionan las verdaderas necesidades de un país disperso, golpeado, sumido en las contradicciones y  desconfiado.

Todos tenemos un espacio que llenar y un trabajo por hacer. Y si no lo hacemos unidos, estamos, “jodidos”. Lo que un muchacho superado no sabe, lo sabe un hombre capaz porque tiene las referencias de vida. Un Enrique Mendoza, Antonio Ledezma, Carlos Ortega, Manuel Rosales, Oswaldo Álvarez Paz y otros tantos son fichas importantísimas  en este momento histórico. No se vive en vano. Este no es el momento de las avestruces o los ni ni. Cómo se puede ser “ni ni” ante un   Zelaya ganando 20 mil dólares al frente de Petro Caribe o  un Chávez desaforado , insultante, en las primeras páginas del mundo por “relaciones peligrosas” con terroristas que nosotros hemos visto aquí con nuestros propios ojos. Aquí , en esta misma tierra de sobresaltos y mutiladas esperanzas, tenemos todo para ganarle al despotismo y el miedo: el territorio, los recursos, el espacio. Lo que necesitamos ahora es que se imponga la voluntad humana.

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