Venezuela, modelo insostenible
La desaceleración mundial constituye un fenómeno económico, tecnológico y financiero que en la globalización genera impactos negativos en ciertas economías como la venezolana dependiente totalmente de la venta de petróleo. Paradójicamente Venezuela asume una gran incertidumbre y con ella los venezolanos y fundamentalmente el gobierno del presidente Chávez, que sabe que en la actualidad hay un descenso importante de consumo energético además de una caída leve pero caída al fin de la cesta petrolera, y en caso particular de Venezuela no es lo mismo vender 3 millones y medio de barriles a 140 dólares por barril que facturar 2 millones 300 mil barriles (que es nuestra actual producción) a un poco más de cien dólares.
La desaceleración mundial afecta entonces a una economía como la venezolana monoproductora, dependiente del petróleo, una economía que depende de la colocación del petróleo y además una economía que importa el 80% de lo que se consume en el país. Donde radica el problema sería la pregunta a formularnos. La respuesta esta en la visión y la geopolítica del presidente Chávez.
Es decir, el problema realmente esta en que el presidente en una especie de Don regalón y dinosaurio, en cada viaje firma convenios y además establece regalías de petróleo que se ofrecen a cuanto país lo solicite más si este país e economía se opone al imperio, cuestiona la administración Bush (que tiene enormes fallas) y esas regalías son simplemente menos recursos para los venezolanos. Tal vez nadie las siente pero ahora que estamos en plena desaceleración mundial y además PDVSA que hace de todo menos producir más barriles petróleo (2 millones 300 mil barriles e la producción actual) no lograr ampliar sus investigaciones, exploraciones, taladros operativos en líneas generales no levanta la producción podemos decir que la economía de Venezuela aparte de artificial esta en aprietos.
Distinto sería si tuviésemos un presidente que se abocara a los venezolanos y además tuviese una visión de país, una visión de modernidad y economía que no tiene porque ser etiquetada de capitalismo salvaje, pero si un presidente que aprovechara todas las ventajas del petróleo, además de nuestra posición y ubicación como país andino, caribeño, amazónico. De tal manera que la deficiencia o trastorno no esta directamente imputada a la merma del precio del petróleo y a la desaceleración mundial, que de hecho afecta, sino a la estrategia errada emprendida por el gobierno venezolano. Rafael Caldera tuvo petróleo a razón de 9 dólares el barril, Chávez lo tiene a más de 100 y sin embargo los venezolanos tenemos uno de los estándares e indicadores socioeconómicos más deplorables de toda América Latina (desempleo, inflación, inseguridad, deterioro de la salud, etc. etc.).
No sólo en Venezuela perdimos una década en el intento de crear una nueva ideología y modelo “socialismo del siglo XXI”, que es una contradicción total pues si algo define al siglo XXI es la tecnología, la ciencia, los derechos humanos, el papel de las instituciones, el mercado, la democracia, la calidad de vida, la competitividad, cuestiones que no tienen nada que ver populismo, trueque comunitario, afectar a la propiedad privada. El presidente de Venezuela ha decidido recorrer un camino lleno de incertidumbres en vez de apostar al empleo, la productividad, el desarrollo, diversificar nuestra economía haciéndola competitiva.
Por tanto somos de la óptica que el gobierno tiene enormes desafíos no sólo en lo que refiere al manejo de PDVSA, su producción y rentabilidad, sino además en relación a los graves problemas que los venezolanos padecen y que se han reproducido en estos diez años de supuesta “revolución”. Mientras tanto la gente come menos, hay menor trabajo, y mengua la salud, la expectativas se vienen a menos, lo que abunda es la inseguridad, la inflación y la corrupción como síntomas definitorios de la revolución, y por supuesto el reintento de forzar la marcha con esos 26 decretos que todos sabemos conforman un retroceso y desvarío con modernidad, los derechos humanos y la propia democracia. Llamen a los brujos y babalaos pero lo que esta a la vista no necesita anteojos. El modelo venezolano es insostenible e inviable.