Venezuela: geografía, caudillismo y petróleo
UNA SOMERA REVISION de lo que somos como nación pondría en evidencia tres costuras de nuestra historicidad. Geografía, caudillismo y petróleo, son los hilos para desalambrar el entuerto. Porque al preguntarnos y proponer respuestas sobre lo que es Venezuela tenemos que hacer referencia obligada a esos elementos centrales que constituyen el nudo de nuestra identidad como nación y vocación colectiva. Lo demás es accesorio. Viruta.
Hay, no lo eludo, una recurrencia enfermiza por encontrarnos y explicarnos permanentemente. Es como si no supiéramos, estuviésemos desorientados o simplemente extraviados. La persistencia reside en el desvelo. Vigilia por develar el misterio, las razones por las cuales no hemos podido llegar a ser lo que aspiramos. Y así pensamos y actuamos como si fuéramos no siéndolo. Como si las condiciones reales de la existencia y las artificiales no encajaran. Como si estuviéramos en presencia de dos realidades distanciadas y enfrentadas entre lo que es y lo que parece ser, y entre ambos se estableciera un recurso discursivo que permite, engañando, vivir como teatro lo que ocurre en la realidad.
DE LA GEOGRAFIA ni que decir. Vendemos al país como entidad turística. No por el lujo de los hoteles ni la calidad de los servicios. No por los paraísos históricos ni por la riqueza de la producción artesanal, sino por la exuberancia del paisaje, lo intrincado de selvas, la altura de picos y saltos, la inmensidad de llanuras, la soberbia de los ríos, las cuevas laberínticas, playas, sol, y mujeres bellas que parecieran ser parte del plan vacacional.
El caudillismo es otra expresión y explicación de nuestro ser colectivo. Enfermedad típica de pueblos sumisos e incultos, falsos de libertad y de otros valores, que impedirían, si existiesen, el surgimiento de esa forma específica de populismo que es la estética común del ejercicio del poder, en todas sus versiones, en Venezuela.
EL PETROLEO POR su parte es la mina de oro que no se agota y ha permitido, en conjunción con los elementos anteriores, la formación de una sociedad pulverizada por la ambición del éxito individual, mediatizada por la velocidad de los logros y autoengañada en el mito, llámese El Dorado, la Gran Venezuela o la Revolución Bonita.
Como puede inferirse, cualquier idea de pueblo o formación social está mediatizada por esos tres factores que en principio son externos pero se han convertido en mentalidad y forma de ser. Las excepciones que confirman la regla se encuentran encapsuladas en individualidades o en logros sectoriales o regionales geográficos, pero en general nuestra brújula vital vive imantada, invadida, por esa constelación móvil de factores aquí señalados que se complementan y retroalimentan. ¿Cambiar al Gobierno o a la oposición? Lo complejo es construir un país coherente.
EL RESTO HA sido a contracorriente. Modernizar, democratizar, industrializar, socializar, humanizar, se enfrentan a ese conjuro de fondo en el que no es necesario pagar para ver lo invisible. Ni mucho menos y a pesar de lo evidente hemos sido pesimistas. Títeres de lo circunstancial sí, que no es idéntico. El reto está en valorar toda esa riqueza y darle sentido pa ra dejar de ser charco y convertirnos en orilla.
(*): Publicado en El Universal. Reproducido con autorización del autor.