Opinión Nacional

Venezuela es hoy un país triste

Porque los seis millones quinientos mil que votamos no tenemos cabida en la Venezuela de Hugo Chávez,  las reglas impuestas que arrasan voluntad y derechos no son  decentes, ni éticas ni justas

 

¡Con qué cuenta Venezuela para defenderse? NO hay salida… lo mire usted por donde lo mire, lo busque por uno por donde lo busque,  la respuesta es la misma: sus principios.

Y allí, en ellos, es que Hugo Chávez se ha afincado en un hartazgo de violación constante, utilizando todos los instrumentos sin escrúpulos  hasta  hacer  posible esta degradación, esta obediencia enfermiza.

Y ése es el gran dolor, el  infinito peso que hoy lleva Venezuela sobre sus hombros, indefensa, agobiada. Uno no puede, no quiere, aceptar esa verdad que contradice la esperanza. Este es hoy un país triste.

Los que fueron forzados, sacados de sus hogares, amenazados, fueran cuantos fueran, los comprados en su ignorancia por el crédito, el apartamento, la nevera, la promesa que no se cumplió pero sigue allí, pendiendo de la necesidad, no han celebrado. NO hay la animosidad ni el desafío de otros triunfos, hay una aceptación  de un hecho anunciado.

Lo  que tenemos ahora  es que sacudirnos, reactivar la capacidad de reto, reencontrarnos en lo que nos queda, que sigue siendo rescatar lo que nos han quitado o nos dejamos quitar, como queramos aceptarlo.

Porque los seis millones quinientos mil que votamos no tenemos cabida en la Venezuela de Hugo Chávez,  las reglas impuestas que arrasan voluntad y derechos no son  decentes, ni éticas ni justas. Este hombre enfermo y además de poder, no va a cambiar. No puede.

El espacio que no podemos perder y el que nos toca es el de luchadores, opositores, escuálidos y toda la retahíla de cosas que esa boca quiera  insultar, engañar, amenazar. 

Ni Henrique puede  perder el vigor, ni la MUD puede seguir impenetrable, ni la oposición quejándose, ni los liderazgos  tratando de pescar en río revuelto. Porque  lo único que puede salvar a este País es el coraje,  el compromiso, la unidad. Enfrentar la realidad con los pies en la tierra. Abrirse, escuchar.

 Este es un país que a pesar de  los muertos, los secuestros, las casas que no se dan y las que se caen, la corrupción, las expropiaciones, las sociedades siniestras, los alimentos podridos, las violaciones, la injusticia, las diferencias amargas que dividen, las humillaciones, votan por el culpable absoluto de  todos sus males.

Esto es el resultado del primer principio fracturado: si tienes hambre tienes que robar. Entonces  roban, matan, secuestran, encarcelan, insultan y es un modelaje consentido, pervertido… y normal.

Si no  retamos con todo lo que nos queda  este horror, seremos simplemente sombras transitando un espacio ajeno. No  hay tiempo. Hay que  trabajar duro  y sin descanso  porque no hay compasión ni bondad, no hay respeto  ni consideración con el que se niegue a llegar arrodillado a besar la mano poderosa del dueño  de vidas, tierras y sueños.

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