Opinión Nacional

Venezuela en peligro mortal

Reducir el problema venezolano al artificioso dilema entre un SI y un NO, de votar o no, es hacerle el juego a la estrategia del régimen, dividir a la oposición más de lo que ha estado y condenar a muerte la vida en libertad y democracia por una larga temporada. Nunca hemos dudado de que la inmensa mayoría rechaza la propuesta constitucional de Chávez, así como nunca he dudado de que si en Venezuela hubiesen elecciones limpias este señor no fuera Presidente y no tuviéramos la amenaza fatal que nos ocupa. Esta convicción está ahora reforzada por los resultados de algunas encuestadoras que con tímidas cifras la ratifican, en una especie de invitación a votar NO, porque finalmente “estamos en condiciones de ganar”. Al menos así lo han especulados los apóstoles de las desviaciones electoralistas que tanto daño han generado en el ánimo popular. Es impresionante ver a los mismos haciendo lo mismo y obteniendo los mismos resultados desmoralizadores. Unos pensando en las elecciones de gobernadores y alcaldes del próximo año, otros soñando con ser o volver a ser diputados y unos pocos candidato-maníacos con la mirada fija en la próxima elección presidencial, de realización aún incierta, como si el país tuviera tiempo para satisfacer intereses parciales de personas o de grupos. Cabalgan sobre la ingenua cultura democrática de la población, pero calculadamente evitan tocar las realidades de un sistema que impide la expresión libre de la voluntad popular.

El próximo 2 de diciembre, con votos o sin votos, con mucha o ninguna participación, el Consejo Nacional Electoral declarará aprobada la propuesta chapista. Pretenderá burlar la inmensa mayoría existente entre quienes votarán NO y quienes se abstendrán de votar. Esto significa que la mayor minoría obtenida por Chávez no podrá imponer una reforma que la gran mayoría rechaza. Publicarán cifras que ya tienen establecidas en cuanto a participación, invertirán la discrecionalidad del voto y felicitarán al presidente por el nuevo “triunfo”. Como antes, serán bien gratificados por sus servicios. Pueden hacer todo, menos fabricar personas de carne y hueso en los centros de votación. Es la única arma contra un fraude que ya está hecho y perfeccionado progresivamente. ¿Consideran los electoralistas que han mejorado las condiciones, que habrá una consulta limpia y transparente? ¿Por qué el silencio frente al CNE, avalando de paso las anteriores gestiones de Carrasquero y Jorge Rodríguez? ¿Es ético participar en un proceso con los resultados cantados de antemano? Ir a votar con este ventajismo oficial y sin garantías resta autoridad moral para hablar de fraude, de golpe o de ausencia de estado de derecho, es decir, de la realidad tal y como es. Si el CNE declara aprobado el proyecto constitucional ¿Qué harán? No me digan que aceptarán los resultados refugiándose de nuevo en que todavía “somos minoría” y no se ha acabado el mundo. Eso sería tan cómodo como perverso y antipatriótico.

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