Opinión Nacional

Venezuela: el décimo mundo

La semana pasada recibí este mensaje: «acabamos de ver a dos niños luchando por mantenerse a flote en El Guaire. Llamamos a los bomberos, pero es mejor avisarle a los medios». La radio hubiera sido particularmente útil: las personas que viajaban en carro habrían informado, al segundo, en dónde y cómo se encontraban los niños. Pero no, había cadena. Solo en un país archisubdesarrollado como el nuestro, hay cadenas.

Dos días antes, los muchachos que estaban en huelga de hambre habían negociado con el Gobierno la liberación de seis de los veintisiete presos políticos. Liberarlos significaba que el Gobierno reconocía que había presos políticos y no políticos presos, como argüía siempre que se tocaba el tema. Si los soltaron, fue porque era ilegal que estuvieran presos. Y si no era ilegal que estuvieran presos, lo ilegal fue haberlos liberado. El Gobierno quedó desnudo en su ilegalidad.

Y hablando de ilegalidades, la sumisión del Poder Judicial al Ejecutivo quedó una vez más expuesta con la sentencia de siete años de cárcel -por protestar- al dirigente sindical de Ferrominera Rubén González y la vuelta atrás cuando se endureció la protesta.

Nada de esto es de extrañar luego de haber escuchado al contralor Russián declarar que «Venezuela no está obligada a aceptar una sentencia a favor de Leopoldo López», desafuero ratificado por Carlos Escarrá, «los tratados internacionales están por debajo de la Constitución». Es decir, que los supuestos culpables son quienes van a decidir sobre la sentencia.

El 1 de marzo salió un reportaje en el New York Times sobre la invadida Torre de David en Caracas. Pena bien propia produce:

«Los ocupantes ilegales viven en el inacabado rascacielos, que carece de servicios básicos… «.

Pero la guinda del postre fue la posición adoptada por el gobierno venezolano frente al conflicto libio y su apoyo a Gadafi… ¿Será que si el asesino es estadounidense, es malo, pero si el asesino es Gadafi, es bueno? ¿Se deberá a que Gadafi tiene la espada del Libertador? ¿O a que Chávez tiene el Premio Gadafi a los Derechos Humanos? Ahora dizque va a mediar, cuando ha sido incapaz de sentarse a conversar con sus adversarios en Venezuela.

Decir que somos tercer mundo es un elogio inmerecido. De décimo mundo para abajo, cualquier adjetivo sirve.

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