Venezuela: 1830 a nuestros días
Terminamos de leer, en el pasado fin de semana, el estupendo libro que con una prosa embriagadora nos ha ofrecido nuestro querido tocayo Rafael Arráiz Lucca.
Doscientas veintiuna páginas que nos hacen recorrer todos los eventos políticos singulares y los períodos presidenciales desde la fundación de la República hasta el evento electoral del pasado domingo. Ahora, las condiciones han variado.
Recorrer la historia política de la nación con un perfecto orden cronológico y con una descripción sucinta y concreta, permite al lector no especializado obtener un conocimiento que lo hace partícipe de su país.
De la lectura hemos entendido como las constituciones de Venezuela se han producido en función de los intereses del gobernante de turno y se han desechado cuando se han transformado en inconvenientes. Muy pocas veces, después de la primera Carta Magna, se han atendido las necesidades del pueblo.
El compacto pero preciso análisis de cada uno de los venezolanos que accedieron a la primera magistratura nos hace comprender todas las desviaciones que el abuso del poder han producido en la sociedad, nos describen las actuaciones de los pocos venezolanos que han laborado para el bien nacional y también nos hace entender como las fuerzas sociales que han disfrutado del dinero lo han obtenido casi sin excepción, de sus relaciones con el gobernante de turno.
Nos ha resultado apasionante la descripción que hace Rafael de cada uno de los presidentes interinos colocados por el jerarca de turno y nos describe con fruición el acomodo de las élites sociales, económicas e intelectuales alrededor de cada mandamás.
También describe, con lujo de detalles, como el desarrollo físico de la nación, sus carreteras y edificaciones, son promovidas por unos gobiernos y olvidadas por otros. No escapa al análisis de Arráiz, la tremenda influencia del petróleo en la política venezolana.
Inversamente proporcional a la distancia cronológica es la abundancia de los detalles. Mientras más cercano es el evento son mayores y más elaboradas las descripciones.
Pero su lectura nos despertó una idea y nos hizo aflorar una inquietud.
De acuerdo a los planteamientos que se han realizado desde el Ministerio de Educación, entendemos que el régimen intenta elaborar y difundir una historia diseñada y cortada a su medida. Para ello ha promovido un cuerpo de historiadores interesados que, al margen de la Academia, intentan la deformación de los hechos para acomodarla a los deseos del dictador.
Entonces, surge la necesidad de preservar la enseñanza y difusión de la historia patria manteniéndola con el mayor apego a la realidad de los sucesos, como ha sido trasmitida por los historiadores valiosos que hemos tenido.
En este sentido, creemos que el libro comentado puede servir de texto para que desde organizaciones de difusión, que será necesario crear, se pueda instruir a nuestra juventud con una historia honestamente narrada y descrita con apego a lo sucedido.
Al momento de escribir estas líneas nos encontramos en una coyuntura singular, las fuerzas de la oposición promueven la corrección de rumbos y la promoción del entendimiento constructivo de todos los sectores valiosos de la nación. El régimen, a este momento, no ha asimilado la nueva situación. Es necesario que se tengan cubiertas todas las posibilidades. Hurra a nuestro tocayo.
Caracas, diciembre 3 de 2007