¡Vamos apuraditos los dos!
UUgo le dice a Celia, Celia le dice a Tibia, Tibia le dice a Carmen, UUgo le dice a todas las suyas a la vez, porque Burundunga le dio duro a Borondongo y a Muchilanga, hasta darle también lo suyo a Bernabé, y se le jinchan los pies de tanto recorrer en bota apretáa y en aeronave asolada las diferentes comarcas del país en busca de una afirmación que sabe difícil y precaria, porque ya le dijeron ¡NO!
Lo que sí sabe el que manda más es que van ¡apuraditos los dos!, el UUgo y la Tibia, para que el 15 de febrero, día de pago por demás, se aproxime rapidito. ¡A cambiar el Calendario Gregoriano toca! dice el que todo lo cambia para que todo siga igual. UUgatopardo acortará las semanas, los días, las horas, los segundos, para que en su nuevo tiempo particular todo el poder que quiere, ampliamente ambicionado, llegue pronto y sin dilaciones para calmar sus innumeras vigilias, sus inacabables insomnios y aminorar sus crecientes ansiedades, sobre todo después que llama insistentemente a la Isla Feliz y lo atiende indiferente el tío, porque el Padre Eterno ya no puede balbucear.
Apuraditos van pues en boletas y folletos, en tarjetones y cuadernos, en librillos de votación, en vallas y afiches, en anuncios digitales insertados sin pudor en los noticieros de la oposición: el LIDER se ve sudado, transpirado, excretado, escurrido y sobre todo apurado, apuraito, aunque se sabe sigilosamente acompañado, sigilosamente protegido, por la que preside el Consejo y que consejo se deja dar… ¡Dígalo ahí mi Tibia!
De apuraditos en estos meses de frío electoral es posible que pasen en bolivariana condición a ser frustrados ¡amarraditos los dos! como plantea el vals peruano que el LIDER caribeño, enredado es sus pasos de autócrata, no sabe bailar.
¡Apuraito, apuraito apuraito, Suave Papá!