¡Vale más ser cubanito!
¡Cuánta razón tiene hoy la letra de la canción que mi madre escuchaba en su RCA Víctor! No sé si la interpretaba Carlos Argentino o algún otro vocalista de la Sonora Matancera. Sólo recuerdo que elogiaba las condiciones de la cubanidad, que a pesar de los avatares y vicisitudes de la mujer de Angulo o de los otros protagonistas de la pachanga siempre resultaba mejor ser cubanito.
Nada pues más cierto en nuestra Bolivariana Patria donde ser cubanito es de lo más distinguido y reconocido.
Los cubanitos son mejores pa´todo: mejores médicos, educadores, militares, aviadores, aduaneros, agentes, informadores, ingenieros, educadores, museógrafos, cazadores de nubes, poetas, bailadores, pitchers, cantantes y músicos y pare UD de contar, porque lo que más importa es que, hoy por hoy, son los mejores revolucionarios del Continente: ejemplo a seguir, plantilla a imponer, ideología eficiente y sin igual, el verdadero e incomparable Mar de la Felicidad.
La reciente llegada del Thomas Alva Edison cubano, del Comandante que todo lo ilumina, del Zeus del Caribe, es motivo de especial regocijo para nuestros ignorantes ingenieros eléctricos, para nuestros defenestrados planificadores, para nuestros entupidos ministros de ocasión, para el Imperio que todo lo controla, incluyendo el fenómeno de El Niño y los terremotos en Haití.
Felices estamos todos los venezolanos por la llegada del cubanito de verdad, ahora sí saldremos inmunes e ilesos de nuestros olvidados apagones, la sequía será vencida, los incendios forestales extinguidos, el Gurí colmado estará luego que se secaron las lágrimas vertidas por los llorosos magallaneros.
Como caraquista empedernido y empecinado sólo pido que el Comandante en estreno lance un par de juegos en la Serie del Caribe contra los pitiyanquis portorros y contra los manitos lacayos.
En fin, ante el arribo del Salvador Caribeño, cantemos felices y orgullosos, al ritmo de guaracha y pachanga:
Cubanito soy señores, cubanito de verdad, es mejor ser cubanito, aunque UD lo tomé a mal.