Opinión Nacional

V.Villegas/T.Hernández

(%=Image(9850003,»L»)%) Por ambos venezolanos tengo especial afecto personal y respeto intelectual. Cada uno en sus trincheras y en su visión de mundo. A Vladimir lo he seguido a través de su actuación como periodista y mas reciente hemos coincidido en la Diplomacia Venezolana. En ambos terrenos ha actuado con profesionalismo y vocación progresista. (%=Image(5776351,»R»)%) Tulio es un buen amigo. Admiro su letra, disfruto su tertulia y su preocupación por la tolerancia ausente en estos tiempos. Ambos han estado en la palestra con un tema que me es sensible y me interesa: el respeto por las ideas de otros y la polarización dañina a la que nos sometemos en este país.

Hemos pasado de los espacios del entendimiento a los de la sordera, en donde ya no nos importa lo que los demás piensan, sino como reforzamos nuestras propias ideas. Estamos en una época en donde se requieren más “hombres país” entendiendo estos como aquellos capaz de entender al otro independientemente de sus posiciones.

El reto que ambos articulistas se han planteado con relación a la necesidad de debatir abiertamente sobre la intolerancia es oportuno. Me interesa además por varias razones. La primera es que este fenómeno es parte fundamental de la agenda internacional. Para un diplomático es sin duda un tema medular. La lucha contra todas las formas de intolerancia y la creación de una cultura del respeto por los otros ha sido una parte fundamental del quehacer y del aprendizaje de quienes hemos ejercido el oficio. Es este precisamente uno de los grandes dramas pendientes por resolver en el mundo.

Conté en anterior entrega que desde niño y luego por razones de mi oficio, viví en lugares en donde la discriminación a personas por distintas razones, raza, clase social, religión, fueron parte de mi entorno. Estuve cerca de la discriminación en varios países. Muchas veces ella es inconsciente, algunas otras frontal, otras casual y otras simplemente el resultado del uso del poder para “dejar de lado” al que se considera el enemigo en las ideas.

No es accidental que en estos tiempos nuevas alarmas se enciendan en muchos países advirtiendo sobre nuevas señales temibles de racismo, discriminación y xenofobia que han resultado de reiteradas políticas de estado.

Se han generado nuevas formas de discriminación contra grupos y comunidades enteras, así como contra tradiciones espirituales y religiosas especialmente musulmanes, pero también antisemitas y la cristiano fobia.

Decía Koffi Anan “que en un mundo de intensa competencia económica, grandes movimientos migratorios y distancias cada vez más cortas, las presiones derivadas de la convivencia con gente de diferentes culturas y creencias son muy reales. A juzgar por el aumento de la xenofobia y el extremismo en todo el mundo, es evidente que se han producido reacciones de rechazo, a las que debemos responder de la forma más tajante posible”.

Es por ello, que cuando en un país como el nuestro suenan las alarmas para indicarnos que estamos abriendo una brecha para separarnos de lo más importante de nuestro gentilicio como lo es la capacidad, más que a tolerar, a respetar a los otros independientemente de sus ideas, ese llamado a reflexión e invitación al debate de Vladimir y Tulio son importantes.

Cuando ambos comunicadores narran que han sido descalificados por medios de comunicación interactivos y el efecto nocivo que ello produce no solo individualmente sino incluso familiar, nos viene a la mente que es importante que en el país se abra un debate sincero y transparente sobre este tema. El anonimato, la difamación, la utilización de los medios comerciales, comunitarios o políticos como espacios para ofender, difamar o destruir vidas o profesiones tiene que tener su debido límite. En nombre de la libertad de expresión no podemos escudarnos en la mentira, en la calumnia, sin que la ley impere porque el anonimato es impune.

Hace un par de años, en un medio alternativo y en el cual he colaborado eventualmente, se abrió un espacio para que se publicara un artículo anónimo que difamo sobre un grupo de autoridades del MRE y colegas diplomáticos de carrera. Es cierto que algunos de los agraviados utilizaron el derecho a réplica. Sin embargo, la mentira prospero y el objetivo de humillar, exponer al escarnio público y hacer que muchas de las personas fueran marginados se logro. Hubo quienes prefirieron creer en las falsas denuncias que indagar sobre su veracidad. Hombres y mujeres honestas, recurso humano valioso fue injustamente señalado. Una vez más la calumnia género una matriz de opinión cuyo único objetivo era sacar de circulación cuadros valiosos de la cancillería.

Ese es un ejemplo que me es cercano y por lo cual creo que un debate y acuerdo sobre “el respeto” al otro es fundamental. Hay que reconocer que los seres humanos se enriquecen mutuamente aceptando las diferencias de cada uno. Considero que la cohesión humana y la sinergia aun en la diferencia, nos permite progresar como nación. Reflexionar y debatir sobre este tema es una tarea obligatoria. Quien se sienta atropellado debe efectivamente tener la oportunidad legal de exigir justicia y quienes manejan los medios deben evitar que libertad de unos destruya la dignidad de otros. Tulio y Vladimir abrieron una ventana.

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