Opinión Nacional

Universidad y país

Ya éste régimen forma parte de la historia universal de la infamia. Su naturaleza anacrónica, militarista y dictatorial a través de la hegemonía del caudillo de turno le delata en el día a día con actos contra natura hacia la ciudadanía, el pueblo.

Ninguna institución fundamental del Estado sigue en pie. Y las pocas que resisten, como las universidades públicas y autónomas, se encuentran bajo la mira de una intervención. El proyecto hegemónico vigente es antidemocrático y fraudulento. No toma en cuenta el referente constitucional como punto de encuentro y referencia entre todos los venezolanos.

A las universidades se les acaba de decretar un dramático recorte presupuestario que no se corresponde con las exigencias gubernamentales de ampliar y democratizar el acceso a la educación superior, que éstas con limitados medios, han procurado cumplir. Difícilmente se puede conciliar una educación masificada con calidad.

Las deudas salariales empiezan por acumularse y la espiral inflacionaria muerde sin piedad los salarios de los trabajadores universitarios. Los pilares de la sabiduría universitaria: democracia, autonomía, diversidad, dialogo, ciencia y educación pública con vocación por lo social, una vez más, están amenazados.

En ésta fase de arremetida y persecución a la disidencia, o a todo aquello que no se arrodille sumisamente al gendarme de turno, es visto con sospecha. Y los universitarios junto con sus estudiantes conforman una reserva moral y lúcida que defenderá la democracia como proyecto fundamental de todos los venezolanos.

Ya ni siquiera los actos electorales permiten siquiera pensar en que se está “jugando limpiamente” o que el sistema esté amparado por algún tipo de legitimidad legal, desde el año 2004, cuando se activó el referendo presidencial, todo huele a una estafa. El Congreso, la casa de las leyes, es un penoso circo. El TSJ acomoda las leyes a una lógica fraudulenta y nuestro glorioso ejército se parece más a una guardia pretoriana que a una institución regida por sólidos valores libertarios e institucionales al servicio del país.

En el país ya no se está actuando institucionalmente sino de acuerdo a la arbitrariedad más descarada. Y las universidades, que dependen del Estado, más no del Gobierno de turno, se les teme por la fresca rebeldía de sus estudiantes y la valentía de sus dirigentes en no dejarse doblegar degradando los altos fines universitarios a un proyecto subalterno que tiene muy poco de emancipador y popular. En ésta hora de lucha los universitarios decimos: presente.

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