Universidad indomita
En el transcurrir de la revolución y de la llamada Quinta República si bien es cierto que en los primeros años a las Universidades se les honraron deudas, prestaciones y demás, no es menos que el maltrato hacia las mismas ha sido el norte del actual gobierno en los últimos años, y desde una óptica perversa y ruin el maltrato tiene justificación porque son justamente las Universidades públicas y autónomas junto a los universitarios sean estos obreros, empleados, profesores y estudiantes una de los poquísimas instituciones que el gobierno no ha podido acallar.
Las universidades siguen siendo un factor de peso, credibilidad, referencia y de actividad crítica en un país que recorre el sendero del desasosiego, la inacción y dejación como causa de la destrucción de su tejido institucional y democrático, y la afectación sostenida del aparato productivo, de la empresa privada, de los medios de comunicación, de la iglesia católica y para usted de contar. Las Universidades en ese sentido no ceden
De tal manera que las Universidades autónomas venezolanas más importantes y representativas (UCV- LUZ- UC- UCLA- UDO y naturalmente la ULA) son una piedra en el zapato para un gobierno que no acepta la crítica, no acepta los estudios, las opiniones, las investigaciones y los señalamientos que con precisión, sustento teórico y empírico se tienen en materia de salud, empleo, educación, seguridad, vialidad, habitad y vivienda y demás áreas y aspectos en los cuales el gobierno esta reprobado, pero además el gobierno no acepta que si algo caracteriza la sinergia o dinámica de una Universidad es su autonomía, la libertad, la pluralidad, la critica siendo automáticamente calificados los universitarios como “contrarrevolucionarios”.
Las universidades y los universitarios lo hemos escrito y repetido varias veces hemos sido atacados material e inmaterialmente cuando se nos atropella de diversa forma, recortando recursos sabiendo que le hemos cumplido al país logrando una educación de calidad, pertinente y de excelencia, las Universidades públicas y autónomas en su gran mayoría son las grandes responsables y protagonistas de haber profesionalizado al país, a diferencia de los experimentos del proceso que no logran niveles aceptables de calidad y mucho menos de excelencia en cuanto a la educación que se imparte. No ajustar los salarios, retener los recursos, no cancelar deudas son una manera sostenida de atacar a la Universidad y a quienes nos dedicamos a ella pero ni esas patrañas merman el espíritu corajudo e indómito de la gran mayoría de universitarios quienes más allá de un salario o prebenda nos dedicamos por vocación a ella.
Los universitarios nos ha correspondido soportar los ataques y descalificaciones, los maltratos en términos de salarios, en un país donde hemos terminado siendo de los profesionales peor pagados y retribuidos en relación a la cáfila amplia de funcionarios públicos que integran la nomina del Estado (aumentada en 79% en una década) cuestión que sólo ocurre en un país donde sus autoridades en mayor o menor medida son analfabetas funcionales. Frente a los ataques y descalificaciones la Universidad venezolana, democrática, popular y autónoma no se dobla, no se arrodilla, no sucumbe, la Universidad es indómita y seguirá siendo la casa que vence la sombra.
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes