Unidos por la libertad
Después de que la determinante mayoría de los grupos disidentes decidieron participar electoralmente, debemos mantener una línea de acción de amplitud y de claridad programática.
El acuerdo firmado el pasado miércoles 23 de enero, en conmemoración de la gloriosa fecha de 1958, habla del compromiso unitario de todo el arco opositor y de la intención de fijar unas líneas maestras para el ejercicio del gobierno por parte de las candidatas o candidatos que triunfen en las elecciones regionales y locales de este año.
El acuerdo fue firmado en un acto austero, pero emocionante, por los representantes de los partidos Alianza Bravo Pueblo, Causa R, Movimiento al Socialismo, COPEI Partido Popular, Primero Justicia, Proyecto Venezuela, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática. En el entendido de que el acuerdo puede ser firmado por otros sectores, como el mismo Comando Nacional de la Resistencia, que al final del acto y en boca del diputado Oscar Pérez, protestó la forma en la que se llegó a la firma del compromiso.
El compromiso parte de la necesidad de unirnos todos los factores de oposición contra el ventajismo institucional y electoral del régimen. En condiciones normales, tal acuerdo no tendría mayor fundamento, puesto que se respetarían las leyes y las normas electorales establecerían la representación justa de todas las fuerzas políticas.
En la elección de los cargos ejecutivos en discusión no está prevista la segunda vuelta, según la cual se enfrentarían los dos candidatos más votados para escoger el gobernador o el alcalde. De allí, el berenjenal en que está metida la oposición para escoger un abanderado unitario para cada gobernación y para cada alcaldía.
La Constitución de 1999 presenta un atraso en Derecho constitucional comparado al no fijar la segunda vuelta para la elección del Presidente, los gobernadores y alcaldes. De esa manera se pierde la oportunidad de reforzar la legitimidad del funcionario electo. Al promover que los partidos negocien un programa de gobierno para aportar sus votos a uno de los dos candidatos finales, se liman diferencias menores y se obtienen acuerdos en los puntos fundamentales. Por supuesto, no desaparece el clientelismo ni el oportunismo, pero se diminuyen, y los acuerdos tienen mayor publicidad, lo que es garantía de un mayor control público y de más democracia.
Ausente la segunda vuelta del texto constitucional, la oposición apelará a otros métodos para dilucidar sus abanderados. El consenso, las encuestas, las primarias cerradas y las primarias abiertas son los métodos a utilizar por los partidos que quieren presentar candidatos en las elecciones de este año. Veremos como se resuelve este punto tan álgido en cada organización y luego para todo el universo opositor.
Es un compromiso difícil; que el país no entendería que no fuera cumplido. La oposición debe ir con un solo candidato a gobernador en cada estado, con un solo candidato a alcalde en cada municipio y con un solo candidato a diputado regional en cada circuito electoral.
Nos jugamos el mantenimiento de la victoria del 2 de diciembre de 2007 que marcó el punto de no retorno de la expansión chavista. Nada menos. No podemos cometer errores.
Quienes asistimos y llenamos, con nuestra fe y nuestro entusiasmo, la sala A del Ateneo de Caracas, en un aniversario más de la huída del último dictador militar sin careta, Marcos Pérez Jiménez, nos transportamos a un escenario de victoria general que le dé a Chávez la puntilla que marque su despedida en el 2013 (si no comete algún otro error grave que lo haga abandonar antes Miraflores).
El acuerdo ya está firmado, tenemos que trabajar para hacerlo realidad y triunfante.