Opinión Nacional

Unidad ciudadana, organización de las fuerzas disidente

Nadie puede defender lo que desconoce ni combatir aquello que ignora. Debemos aspirar a conocer y defender la verdad y, en consecuencia, a combatir los errores que se le oponen. Nunca tendremos la posibilidad de verlo todo; pero el hecho de que no lo veamos no es razón para negarlo. Si no estoy enterado no puedo emitir un juicio temerario sobre ningún aspecto sobre el cual no tenga verdadera información.

La unidad ciudadana es un objetivo que debe tener parámetros de evaluación, debe ser medible en función de los factores que la integran, la aspiramos perfecta; pero se dice que lo perfecto es enemigo de los bueno. Ya quienes tienen, como sociedad civil organizada en partidos políticos, una estructura organizada en todo el país, lograron un acuerdo político, estratégico, electoral, programático y de proyección de unidad nacional.

A ese entendimiento se han sumado los mas variados sectores nacionales que conscientes de la actualidad, han comprendido, sin mezquindades, que esta estrategia va mas allá que la suma de las partes y que constituye la única alternativa para lograr una Asamblea Nacional con reales posibilidades de legislar; de controlar al poder ejecutivo; de equilibrar los diversos poderes de la republica; de acabar con la corrupción; de evitar la podredumbre irresponsable de alimentos y el vencimiento de medicinas; de garantizar el mantenimiento de los servicios de agua y electricidad; de luchar contra la impunidad y el intento por silenciar las críticas; y defender de manera real las aspiraciones del pueblo venezolano.

La organización de las fuerzas disidentes, de la alternativa democrática, que existe, debe dejarse ver haciéndose evidente ante los ojos del país. Debe verse actuando. Todas las banderas unidas en un trabajo cara a cara, casa por casa, con los electores para demostrarles que la unidad no es una entelequia sino una autentica realidad.

Es imprescindible que la unidad de la alternativa democrática tenga una firme moral de victoria. No permitirnos dudar, ni hacia adentro ni hacia afuera, ya que podemos y debemos ganar las próximas elecciones pues somos una real mayoría. Ya lo dicen todas las encuestas sobre la estrepitosa caída de la popularidad del actual régimen, bien merecida por cierto pues sus actos, fuera de toda ética y razón, le condenan al desprecio popular.

Quien intenta dirigirnos hacia etapas ya superadas por la historia de la humanidad debe recibir una derrota significativa por pretender ponernos en las épocas del conuco, del trueque y de la depauperación e intentar igualarnos a todos pero hacia abajo y no en correspondencia con las mas naturales tendencias de superación que caracterizan al ser humano en busca de su bienestar y su libertad.

Quien pretende intimidarnos con represión formal o psicológica para inhibir nuestra libertad de decidir sobre nuestra actividad vital y como ciudadanos, no puede salirse con la suya pues quien a hierro mata no puede morir a sombrerazos. No podemos dejarnos conducir hacia el comunismo cubano cuya ineficiencia esta absolutamente comprobada.

Nuestra lucha por triunfar debe estar acompañada por la certeza de la victoria pues nos sabemos mayoría y ante el miedo nervioso del continuismo y sus intentos de perpetuidad no podemos dejar de trabajar con todas nuestras fuerzas por tener copadas todas la mesas electorales con testigos idóneos que garanticen que nuestro voto elige en todos los circuitos del país. Si votamos, ganamos.

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