Una verdadera negociación
Recientemente, el presidente Chavez está buscando de nuevo el voto del “centro” del espectro político, aquéllos que votaron por él y que luego se desencantaron, pasando a la oposición o al grupo de los indecisos y potenciales abstencionistas. Para eso ha exhumado un discurso moderado, que recuerda el que dio la noche de su proclamación como presidente electo en 1998. Mari Pili Hernández, una de las figuras más moderadas del “proceso”, que había estado últimamente relegada en la reserva, ha regresado a la primera fila, integrando el selecto Comando Maisanta.
Chavez se reunió con el “diablo” Cisneros y, a través de los buenos oficios de Carter y la mediación de William Ury, comienza un proceso de diálogo con los medios de comunicación, con el evidente objetivo de mejorar su imagen en estos meses de campaña. Además, Chavez anuncia que negociará con la oposición después del 15 de agosto, para incorporarla a la común lucha contra la pobreza. Desgraciadamente, todo esto se parece más a un “dialoguismo” electorero y no al inicio de una auténtica negociación.
En democracia, no hay gobernabilidad sin un mínimo de consenso sobre la reglas del juego político. No hay perdedores ni vencedores totales, el juego no puede ser “suma cero”. Chavez dice preocuparse de los excluidos del proceso económico y por casi seis años se ha esmerado en excluir a la oposición del proceso político. Una democracia efectiva es un sistema que busca incluir, tanto económica como políticamente, a todos los ciudadanos.
El referéndum revocatorio es básicamente un juego “suma cero” y por sí sólo no resolverá la crisis de gobernabilidad venezolana, a menos que se logre un acuerdo sobre unas nuevas reglas del juego político, que den garantías de supervivencia política a los actores fundamentales. Obviamente, el primer acuerdo debe ser sobre la transparencia del referéndum. Sin resultados legítimos para ambas partes, no habrá paz. También sería indispensable un acuerdo sobre los “poderes arbitrales” del Estado. El Tribunal Supremo, el CNE y los miembros del Consejo Moral deberían ser obligatoriamente nombrados con el consenso de las dos terceras partes de la Asamblea Nacional. Si la inexorable futura caída de los precios del petróleo se diera en el marco de la actual confrontación política total, el desastre socioeconómico será pavoroso. La violencia sería probablemente inevitable. La paz necesita de una verdadera negociación.
Evidentemente, la responsabilidad histórica mayor es del presidente Chavez.