Una urgida preocupación
Recientemente, Emeterio Gómez llamó la atención de Teodoro Petkoff sobre la necesidad de plantearse el problema ideológico. Y es que, creyéndolo un asunto totalmente ajeno a sus diarias vicisitudes, la oposición ha cancelado, si alguna vez lo inició, todo debate que tenga algo que abonar a la vocación y al proyecto del régimen que cursa en Venezuela.
Para no abundar más en un planteamiento tan claro, como el de Gómez, solamente deseamos agregar tres datos fundamentales, dejando de lado otro más significativo: el de la preparación política del liderazgo opositor actual. Huelga comentar que son muy escasos los testimonios de una claridad conceptual en la dirigencia mediáticamente más vistosa, por decir lo menos, contrastando con otros nombres que hicieron historia desde la perspectiva socialcristiana, socialdemócrata, liberal y hasta marxista.
Por lo pronto, digamos – de un lado – que el régimen está diseñado para impedir los debates de profundidad, aventajado por una cultura de desprecio hacia los partidos, la política organizada o – en propiedad – lo político. Todos los asuntos públicos parecen contar con un origen ultraterrestre para aquellos que, rindiendo culto al pragmatismo, insisten en un supuestamente normal desarrollo de la vida democrática.
Mantenemos – por otro – intacta la idea o noción de un gobierno que ganó los comicios de 1999, con una transparencia y fiabilidad después no completamente repetida. Y pasamos por alto, toda discusión en torno a su naturaleza, características y pretensiones, sin reparar en una vocación marxista que – peor – nos retrotrae a la etapa del triunfo castrista en la Cuba de cincuentenarias autoridades, obviando – por lo demás – todo el debate que produjimos en el país, a partir de los setenta sobre la materia.
Y – finalmente – nos resistimos a explorar nuestras mismísimas convicciones políticas, históricas e ideológicas, temiendo que afectará el consenso que está pendiente. Sin embargo, consenso que no se explica sin los aportes que la ciudadanía, las organizaciones y personalidades hagan de sus concretas, coherentes y profundas consideraciones en el orden ideológico.
Urgida, la preocupación en cuestión debemos compartirla sin miedos. Ya es tiempo de sincerar a la oposición misma, en medio de los enredijos que permitieron y permiten el chavezato.