Opinión Nacional

Una pauta de ascenso y ¿descenso?

Legítima indignación ha provocado la publicación electrónica del listado de los firmantes del revocatorio del mandato presidencial, a los fines de amedrentar y perseguir a quienes sencillamente ejercieron un derecho constitucional. El escándalo no es de ahora, sino desde el mismo momento en que el gobierno dispuso de una fórmula fieramente antidemocrática para preservarse.

Creemos que el famoso site es anterior a los limpios operativos ciudadanos de publicidad que estuvieron destinados a la lícita y pulcra dinámica que adquirió la disidencia en nuestro país. La venta de la data u otros mecanismos de adquisición para los objetivos perversos del oficialismo, forman parte de las justificaciones nerviosamente edificadas sobre la tardía sentencia presidencial. No obstante, es necesario consignar dos observaciones.

Por una parte, sobre la privacidad de los datos personales en la red, pues, inevitable, los hay de lógica publicidad, como el registro electoral que, al unirse con otros indicios, unos muy puntuales y otros más dispersos, pueden ensamblar prácticamente la biografía de cualquier persona, por remota que se encuentre su residencia y nebulosos sean sus intereses. Constituye todo un fenómeno, sociológicamente difícil y jurídicamente complejo, porque ˆal partir por ejemplo, del portal del Seguro Social- encontramos una invasión de los predios personalísimos susceptibles de toda manipulación, abriendo patológicamente los nervios de una sociedad que no puede pulverizar la dignidad de la persona humana.

Por otra, hagamos caso de una pauta de ascenso y de probable descenso en la galaxia dirigencial del oficialismo. Se nos ocurre que el diputado Tascón halló una oportunidad para destacarse (¿y descartarse?), más allá de la curul, prestando un servicio a sus compañeros de ruta quizás menos ingeniosos o atrevidos y, expresa o tácitamente estimulado, alcanzó una importante cuota de celebridad en el competido mundo de las fuerzas progubernamentales.

Al piar tarde el presidente Chávez, cuando el daño estuvo hecho, puso en evidencia el riesgo que corren sus seguidores, porque entre aplauso y la rechifla parece no haber mucho trecho. Y al tratarse de rechiflar, únicamente importa la silla de Miraflores y el resto deberá tributariamente sobrevivir a la espera de algunas gotas del Orinoco parlamentario que dice avecinarse.

II.- MOTIN CONTRARREVOLUCIONARIO

La Plaza Bolívar es de uso exclusivo del oficialismo, más allá de la solemnidad de los actos de Estado que ejercitan protocolarmente a los más altos funcionarios. Y, significativamente, cuando del 19 de abril de trataba, estalló un motín que bien el vicepresidente Rangel o el alcalde Bernal tildarán de contrarrevolucionario por la sola circunstancia de denunciar un fraude en la selección de los candidatos a la municipalidad.

Rangel inmediatamente concluyó en la bondad del descontento y de la confrontación, ante los medios de comunicación que, al menos, ésta vez pudieron dar cuenta de la situación ante la distracción de las corrientes en pugna. Nada más y nada menos que la acusación contra Bernal es la de haber postulado a candidatos que no ganaron las elecciones internas, en una medición de fuerzas con el alcalde Barreto, mudo frente al acontecimiento.

Al momento de escribir las presentes notas, la televisión nos trae una huelga de hambre de los dirigentes desconocidos por el alcalde Bernal. No hay Estado de Derecho al interior del MVR y los casos deben pasar por las hordas caudinas de la jefatura presidencial (de la República y del partido mismo), que deberá decidir qué hacer con el bullicio, posiblemente halando unas orejas por acá o por allá, convencido de la democracia como un estorbo adicional en la organización, por muy protagónica y participativa que se digan sus banderas.

III.- LA OTRA DIETA

Elocuente costumbre la de guardar durante la semana algunas secciones del periódico para intentar luego digerirlas en una tarde dominical. Y probablemente tampoco haya ocasión y el rincón más apartado del hogar o el cesto de la basura se hará caudal de tinta y de papel envejecidos.

Inevitable, nos imponemos una dieta, la otra dieta, como el de la lectura. Recuerdo que, antes, cuando estaba la Hemeroteca Nacional un poco más al día con las publicaciones extranjeras, lograba revisarlas y fotocopiar por tema o autor aquellos asuntos de interés para abordarlos al finalizar la semana, el mes o ˆcomo suele ocurrir- a los dos o cuatro años. Desierto el lugar de consulta, despresupuestado y acunado por tan rara revolución, nuevamente internet ocupa su lugar con aquellos sites todavía no cerrados.

Siendo así, nos conformamos con dos o tres revistas digitales al mes, una o dos suscripciones de periódicos, al sobrar un poco de tiempo. Y la minería de datos ocupa su adecuado lugar al tratar una materia que, más de las veces, pertenece al ámbito de una costosa suscripción o rápidamente es inútil cadáver en el cementerio webiano.

Dieta que contrasta con la orgullosa anemia lectora de aquellos de pupilas colmadas por la imagen. Un buen debate para la escuela de los días que corren y de las comunidad amplias y densas que rinden culto a GIF o al JEPG.

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