Una patria chucuta
Es patético el desenlace de estos catorce años de gobierno rabiosamente anti-imperialista. Según el comandante difunto, los gobiernos democráticos habrían vendido a Venezuela al imperialismo norteamericano, al odiado imperialismo yanqui. De allí la estrambótica exclamación de un jaquetón capitoste del régimen: “No tendremos papel tualé, pero tenemos patria”.
¿Tenemos patria? Tuvimos patria. La que nos legó la espada libertadora y el genio visionario de Simón Bolívar, como conductor supremo de la Venezuela combatiente por su independencia. Aplicando una popular expresión criolla, ahora tenemos una patria “chucuta”, una patria dirigida por los hermanos Castro desde la Habana, con agentes suyos infiltrados en todas las áreas estratégicas del gobierno nacional. Por si fuese poco, la colonia Venezuela le regala a la Cuba de los Castro cien mil (100.000) barriles diarios de petróleo. Esta es máxima expresión de servidumbre, que la mayoría de los venezolanos rechaza con indignación y que nuestros militares inexplicablemente toleran. Aunque usted no lo crea, Venezuela es hoy colonia de la Cuba Castrista.
El régimen cubano padece de cáncer terminal, y su avasallamiento de la economía y la política venezolana podría cesar en el momento menos esperado. La rendición incondicional a China es muchísimo más preocupante. El chino es un imperialismo naciente y voraz, su vocación y capacidad expansionista son sorprendentes. El imperialismo norteamericano está en decadencia, ha perdido fuerza expansiva como resultado de los cambios en la opinión norteamericana; ejemplificado en la elección y reelección de Obama como presidente. Ya los chinos habían alcanzado gran penetración en Venezuela porque el comandante difunto, sobreestimándose como de costumbre, pensó o supuso que podía metérselos en el bolsillo, y les abrió las puertas. La pintoresca y abigarrada visita de Maduro a China, en avión cubano y no en el avión presidencial venezolano, ratificó la entrega: Los veintiocho convenios firmados oficializan el dominio chino en áreas estratégicas del gobierno venezolano.
¿Los venezolanos lo aceptaremos con silenciosa resignación? Aunque duela reconocerlo, hasta ahora no hemos protestado con el vigor requerido a esta evidente vulneración de la soberanía nacional. Hemos sido demasiado pasivos frente a ella. Pareciera que no nos damos cuenta de la gravedad de la situación. Los préstamos hasta ahora dados por China a Venezuela, que nos hemos comprometido a pagar con venta de petróleo a futuro, a precios más bajos a los del mercado, comprometen a las futuras generaciones venezolanas.
Aunque un tanto tardíamente, se impone reaccionar. Estamos obligados a crear conciencia sobre los perjuicios de esta inadmisible entrega a una potencia imperialista.