Una mentira más
Empiezan a aventurarse en terrenos peligrosos, impulsados por una angustia fuera de control: la derrota que ya ven inevitable. La desesperación es pésima consejera. Son diversas las manifestaciones de esa angustia. La última de ellas, rocambolesca, es el video de los salvadoreños. El ministro de Relaciones Interiores, General Reverol, lo considera suficiente para empezar a dictar auto de detención.
Se parece mucho a aquel episodio, también rocambolesco, de los paramilitares colombianos que habrían sido contratados por la oposición venezolana para un golpe de estado que se iniciaría con el asesinato del Presidente Chávez. El Reverol de la época, José Vicente Rangel, le dió gran despliegue mediático, dentro y fuera de Venezuela. Los tales paramilitares eran jóvenes desempleados que el gobierno había contratado en Cúcuta, y como les ofreció recompensas atractivas aceptaron trasladarse a Venezuela. Se les concentró en cerros cercanos a El Hatillo, en espera de la orden de actuar, que por supuesto nunca llegó. También merece recordarse aquel complot en que habrían estado comprometidos, además del banquero Mezherane, el ilustre prelado venezolano, su Eminencia el Cardenal Castillo Lara. El artífice de aquel montaje fue un aventurero colombiano, cuya mirada subyugó al entonces Fiscal de la República, Isaías Rodríguez, convencido –así lo dijo- de que un hombre con aquella mirada no podía matar a nadie.
A partir de la prematura y lamentada muerte de Chávez, y de que en violación de la Constitución Nacional, gracias a la complicidad de Luisa Estela Morales, Maduro asume la Presidencia, el juego político se ha enturbiado. El ungido no compite limpiamente. Se ha dedicado casi con exclusividad a agredir a la oposición y a su candidato, con calificativos de baja factura; y con acusaciones sin fundamento. El candidato Capriles los ha soportado con democrática capacidad de aguante, negándose a colocar el debate en terreno cenagoso.
La sucesivas acusaciones contra la oposición unificada y su candidato Capriles Radonski han sido inverosímiles. Por algunas semanas, Maduro acusó a la oposición de estar preparando un atentado contra su propio candidato, Capriles Radonski para cargarle la culpa al gobierno del asesinato. Ahora el atentado sería contra Maduro y se habrían contratado a mercenarios salvadoreños para realizarlo.
Se trata obviamente de una provocación, pero el gobierno parece decidido a montarse en ella para desatar una escalada represiva contra la oposición. Hay que enfrentarla sin vacilaciones. Procede denunciar esa maniobra dentro y fuera de Venezuela. El objetivo es lograr que en el mundo democrático se tome conciencia de que en Venezuela se corre el riesgo de que una minoría descalificada mantenga el control del poder y continúe arrastrando a Venezuela hacia la ruina.
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No debemos olvidar al comisario Simonovis, condenado con expediente amañado a 30 años de cárcel, cuyo estado de salud sigue deteriorándose peligrosamente. No podemos abandonarlo.