Una “laptop” por niño
Gracias a las maravillas de Internet, a la acuciosidad de Andrés Opppenheimer y al envío oportuno de LA NACIÓN de Buenos Aires, nos enteramos que el prestigioso Laboratorio de Medios de MIT ha decidido poner a disposición de un número millonario de niños de todo el mundo, la posibilidad de acceder a un computador portátil por el irrisorio precio de ciento cincuenta dólares americanos. De acuerdo a lo leído, una docena de países se han adherido al programa y han ordenado la compra oportuna tanto por el tiempo como por el precio.
Oppenheimer, el mismo que escribió, entre otras cosas, el magnífico libro “Los cuentos chinos”, realiza una serie de consideraciones tanto ajenas como propias. No somos los llamados a repetirlos, mas nos sentimos identificados con sus conclusiones: El programa es una magnífica oportunidad y tiene que acompañarse con una capacitación adecuada por parte de los maestros, para que los alumnos puedan obtener el provecho que dicha herramienta les facilitará.
Pero, nos preguntamos: ¿Está Venezuela en la onda de adherirse a un programa como el enunciado?
Un mundo de dudas nos invade.
En primer lugar, pensamos que dentro de las características de los programas de educación dirigidos por los socialistas del siglo XXI, la tecnología, las matemáticas y las ciencias de la computación se encuentran en lugares poco privilegiados.
En segundo lugar y atendiendo al origen de la oferta, debemos suponer que este programa se encuentra en la irracional lista negra de todo proyecto que tenga como cuna a la nación del norte.
En tercer lugar y con ello no tratamos de agotar el análisis, entendemos que la compra inusitada de la CANTV y sus empresas filiales presagia varias cosas.
La reversión de la eficiencia a la que nos acostumbró la empresa privada dirigida primero por el recordado Bruce Hadad quien falleció en Centroamérica en un accidente aéreo, y luego por nuestro amigo Gustavo Roosen de quién Carolina Jaimes hizo un merecido artículo.
También es dado suponer que dicha compra tiene inconfesables objetivos de control tanto de las comunicaciones orales como de las que se suceden en el espacio cibernético.
No se nos olvidan, ni la cosecha de puestos justificables o no, ni la corrupción que también tendrá un terreno fértil.
La adecuación de los niveles educativos de los venezolanos requiere de programas que tengan ambiciones y recursos.
La red de redes es la fuente impensada de los conocimientos.
Con Internet se tiene a disposición un universo infinito de información y toda ella está a la disposición de todo ser humano que tenga acceso a una computadora.
Una “laptop” de ciento cincuenta dólares es un recurso que debe estar a disposición de cada niño venezolano y cuando los niños venezolanos aprendan a usar a esas computadoras, tendremos una nación de mucha mejor calidad y no la que describe Axel Carriles en la entrevista que le hizo Élvia Gómez en estas mismas páginas el pasado miércoles.
Sería oportuno que los colegios privados de Venezuela se dirijan a la prestigiosa universidad norteamericana con el fin de conocer si el programa puede dirigirse directamente a institutos educacionales o solo está reservado para los gobiernos.