Una década perdida
En diez años se puede gestar una criatura y disfrutarla a sus nueve años, ya en tercero o cuarto grado, satisfacción para sus padres y abuelos. En el mundo han habido casos de sociedades que han sabido aprovechar el tiempo y en una década han pasado de condiciones muy negativas, a prósperas y ejemplarizantes. El Pentágono, el edificio de oficinas más grande del planeta, contiene 23.000 empleados, 28 kilómetros de corredores, a pesar de haber sido construido en apenas dos años de 1941 a 1943, mientras los EEUU dedicaban sus esfuerzos a enfrentar al eje nazi-fascista de Hitler, Mussolini e Hirohito. La Pirámide de Keops se construyó en el año 2640 antes de la era de Cristo, tomó dos décadas su edificación, tiempo que es corto si consideramos que hace 4648 años no existían ni la rueda ni las grúas, ni las calculadoras y programas de computación que realizan en horas el trabajo de cálculo que requiere miles de horas de trabajo mental. La Represa de Hoover, con 232 metros de altura y 379 metros de largo, fue construida en medio de la crisis económica más grave que ha afectado al gigante del norte del continente americano, sin embargo les llevó cinco años terminarla, aun hoy en día presta sus servicios en el suroeste de los EEUU y se codea con las grandes obras de Ingeniería a nivel mundial.
Japón y Alemania fueron los grandes derrotados de la segunda guerra mundial, ambos países quedaron en ruinas de infraestructura y economía en 1945, pero una década después ya descollaban como sociedades prósperas que alcanzarían más tarde el sitial de potencias industriales del cual disfrutan desde hace décadas. Los demás países de Europa también resultaron seriamente dañados por los efectos de la guerra, pero al cabo de la primera década ya mostraban otras caras y eran sociedades enrumbadas hacia el éxito social y económico, como lo evidencia su actual conformación de Bloque de países sin fronteras, con normas y mercado común y una sólida moneda, el Euro.
Venezuela, en estos pasados diez años, en lugar de avanzar ha retrocedido. Los problemas que aquejaban a los venezolanos hoy tienen mayor intensidad, especialmente los relacionados con la inseguridad (la violencia impune ha segado la vida de más de cien mil compatriotas en esta década estéril), la inflación es una de las más altas del planeta (para este año el oficialismo ha anunciado ya tres topes, 12, 19 y 27, y todo indica que los va a superar con creces), el desempleo (aunque por sinvergüenzura unan las cifras de empleo y subempleo, el panorama sigue muy mal, y no podría ser de otra manera luego de los sistemáticos y estúpidos ataques a la iniciativa privada, produciendo despidos y cierres de empresas, cuando no las ocupan prepotentemente para terminar por quebrarlas).
Si en lugar del lamentablemente carismático caudillo con ínfulas mesiánicas y la pléyade de anacrónicos líderes sesentosos que lo aúpan y se lucran a su alrededor, hubiéramos tenido funcionarios capaces, en estos diez años con el precio del barril de petróleo subiendo de 9 a más de 100 dólares, y la cotización oficial del dólar alcanzando los 2150 bolívares (estaba en 480), pudiéramos estar exhibiendo ante el mundo resultados envidiables en materia de producción diversificada, construcción de viviendas, generación de empleos, prestación de servicios de calidad en Educación, Salud, Seguridad. Para colmo, asistimos al patético espectáculo de una campaña electoral oficialista en la cual los candidatos a Gobernadores y Alcaldes deben ser apuntalados por el irresponsable Presidente de la República, desatendiendo sus funciones y violando las leyes, ante la complaciente mirada del CNE y demás Instituciones que debieran impedir que ocurriera este abuso de poder con el uso de los recursos del Estado al servicio arbitrario del grupo que desgobierna.
Y lo más lamentable es que todos los candidatos rojos rojitos anuncian ahora, luego de diez años de malbaratar recursos y posibilidades en el Gobierno nacional, estadal y municipal, que se van a ocupar de los problemas que llevan diez años sin atender. Es demasiado cinismo de parte de esos politiqueros, y demasiada falta de ciudadanía y amor por el país, el de los votantes que presten atención a esos anuncios de quienes han mantenido al país en las mismas o en peores condiciones que las que nos agobiaban en 1999, y acepten el insulto de quienes se ofrecen ahora para cumplir las promesas que vienen haciendo hace una década.
Hay cientos de miles de razones para no votar por los candidatos del gobierno, están en la memoria de cada uno de los compatriotas víctimas de la violencia que no han combatido estos improvisados, en cada una de las familias que aun esperan por la casita o el empleo que les ha sido ofrecido reiteradamente durante estos diez años, en cada trabajador que ha debido soportar la permanente burla y el desprecio cuando reclama por el pago de sus salarios, sueldos, prestaciones pendientes, en cada uno de los hogares que tenía en RCTV y la VTV de antes el solaz y el esparcimiento que les fuera arrebatado para colocar programaciones groseramente sectarias y proselitistas, como si esas estaciones fuesen propiedad del PSUV.
Hay que Votar y cuidar los Votos, para salvar la Democracia y no permitir que el obscurantismo estalinista nos someta con esta farsa militarista, a una dictadura torpe y embrutecida por el oropel del poder.