Un sermón por Venezuela
MOTIVACIÓN
Cuando el 11 de Septiembre de 2001 las “Torres Gemelas” de Nueva York fueron destruidas la periodista italiana Oriana Fallaci(1929-2006), quien residía en la ciudad, al darse cuenta de la gravedad de lo sucedido, el terrorismo había actuando en la principal urbe de la primera democracia del mundo, la intolerancia musulmana había asentado un duro golpe al mundo de la tolerancia. Por ello, con lágrimas en los ojos, se fue a su apartamento y redactó aquel rotundo artículo que los pocos días se publicó en Il corriere de la Sera, periódico milanés del cual era reportera. Inmediatamente el diario madrileño El mundo lo publicó en castellano y con la fuerza de la luz sus renglones cruzaron el mundo a través de Internet. Eran aquellas quince cuartillas, un alegato escrito con odio, como lo pensamos cuando sobrecogidos las leímos en el monitor de nuestra computadora. Pero esto no le bastó a la gran Fallaci, una de las grandes testigos de nuestra época, sino que se dio a la tarea de desarrollar las ideas expuestas en su artículo, de allí brotó su conmovedor ensayo La rabia y el orgullo(Buenos Aires: Editorial El Ateneo, 2002.184 p.). Mientras trabajaba en él un profesor norteamericano amigo, Howard Gotlieb, le preguntó que era lo que escribía y ella le respondió: “un sermón” porque sintió que debía escribir, como Emilio Zola(1840-1902), un nuevo “Yo acuso” como el aparecido en el diario parisino Aurora(Enero 13,1898), el escrito propio de una coyuntura, “Una requisitoria o más bien un sermón dirigido a los italianos y demás europeos”(p.19-20). Pero como vivimos en un mundo globalizado el mensaje de la autora de Entrevista con la historia (1974,2ª.ed.aum.Barcelona:Noguer,1980.615 p.) llegó a todas partes, a todos los hombres y mujeres quienes necesitan una palabra de explicación en aquella hora, en que todavía se levantaban los cadáveres de entre los escombros de aquellos edificios.
Es por ello que esta mañana lo que deseamos dirigir a ustedes amigos y amigas que nos acompañan, a los venezolanos todos, en esta graves horas de nuestro vivir, momento lleno de angustia, de congoja y de preguntas, es un sermón más que para la enseñanza y la admonición, como quiere decir esta palabra, para la reflexión en nuestras conciencias. Una amonestación que nos lleve a recuperar la esperanza y nos permita a los ciudadanos salir de la anestesia en que estamos desde hace meses, desde que el Hegemón declaró su presidencia perpetua como si no estuviéramos en una república, que es lo que somos, sino en medio de una autocracia de la estepa asiática.
¿POR QUE?
Es por ello que al presentar de nuevo el libro colectivo Tierra nuestra(Caracas: Fundación Venezuela Positiva, 2009. 2 vols) que hemos concebido cuarenta y nueve autores gracias a la serena mirada y dirección de Heraclio Atencio Bello, obra para cuya concepción nuestro querido maestro el doctor Ramón J. Velásquez, el gran guía en la comprensión de nuestro tiempo venezolano, sugirió cuales deberían ser sus contenidos.
Los dos volúmenes de Tierra nuestra fueron obra pensada para hacernos volver a leer nuestra historia, registra sus 511 once años, desde la llegada a Cristóbal Colón(1451-1506) a Macuro a las 9 de la mañana del 3 de Agosto de 1498, día sin duda de la fundación de Venezuela, hasta estos días que corren. Es una obra para conocer nuestra historia, para comprenderla, para sentirla, porque sin ella, sin la historia que es camino y espejo, no podremos andar con certeza en este momento de grave turbación nacional pero a la vez este es el tiempo, como la hemos definido desde tiempo atrás, desde que se inició el gran boom histórico que vivimos, la hora de la introspección nacional, de la búsqueda de respuestas a través del suceder de nuestra memoria colectiva.
Mientras los autores de Tierra nuestra trabajamos en nuestros textos, cada uno escribió un punto, un asunto, sobre un momento o un personaje de nuestra historia, mientras todos nosotros al unísono interrogábamos el alma de Venezuela, nuestra admirado Heraclio Atencio Bello tuvo la idea, gracias al correo electrónico, de enviarnos a cada autor los diversos capítulos a medida que iban llegando a la Fundación Venezuela Positiva. Y gracias al doctor Atencio pudimos leer cada capítulo y sugerir observaciones. Se formó así, gracias a Heraclio, una especie de parlamento de discusión de, por y sobre Venezuela, diálogo en que unos a otros pudimos escucharnos. Fue un ágora democrática que actuaba en las mismas horas en que la llamada Asamblea Nacional desarrollaba, obedeciendo al César imperante, lo que hemos denominado “la disolución constitucional de Venezuela”. A diferencia de quienes se reúnen en la esquina de San Francisco en nuestra duma, dirigida por ti Heraclio, nosotros pudimos hablar, ser escuchados, respetar nuestras discrepancias, a veces sugerir documentación no bien vista o interpretaciones a tener en cuenta. El resultado ha sido óptimo: está en los dos tomos, en las novecientas noventa y dos páginas de la obra.
NUESTRA PROPOSICIÓN
Viendo lo que estaba significando el trabajo de escritura que está ya indeleble en Tierra Nuestra creemos que como la historia es siempre lección y aprendizaje caben, en esta nueva presentación de obra, algunas reflexiones más, sobre todo, insistimos en el punto, algunas ideas más que la realidad de estos dolorosos y trágicos días nos impone: por qué los venezolanos, los conscientes, los que aman a Venezuela, los que no somos “venezolanos efímeros” que alguna vez describió Francisco Herrera Luque(La historia fabulada.Tercera Serie. Barcelona: Pomaire, 1983,p.124), que son los que pasan sin dejar huella, frase que puede aplicarse a los que están hoy en el poder, debemos pensar en el proyecto del país por venir. Sobre todo porque hay que decírselo a esta nueva generación prodigiosa que ha aparecido en Venezuela, la que puja en todos los rincones de nuestra geografía. Hay que decirles que entren en acción, que el camino es de ellos, pero hay que decirles que es imposible actuar en política sin conocer la historia porque aquella sería una acción hueca y nosotros en Venezuela tenemos fundamento muy hondo en lo que a ciudadanía y democracia se refiere, tanto que la democracia es nuestro modo de vida y el mayor pecado del Poseso, como lo llama nuestro gran Zapata, es haber conspirado contra nuestro modo de vida. La democracia, hay que subrayarlo cada día, cada hora, es modo de convivir desde el articulado de la Constitución de 1811, sobre todo cuando describe los derechos de los ciudadanos, todo ello ratificado al final de la Guerra Federal, el 18 de Agosto de 1863, en el “Decreto de garantías” del presidente Juan Crisóstomo Falcón(1820-1870) hecho confirmado por la gente en la gran manifestación de la tarde del 14 de Febrero de 1936, en la cual participaron todos los adultos, hombres y mujeres, que vivían en Caracas entonces. Día de la democracia ha sido llamado con razón.
OSCILANDO
Se ha dicho que Venezuela siempre ha oscilado entre dos polos: entre Martín Tinajero, la bondad, y el Tirano Aguirre(1511-1561), la eclosión de violencia, la misma propiciada por los “taitas” José Tomás Boves(1782-1814) y Ezequiel Zamora(1817-1860), quienes llenaron de sangre, de horror y de dolor a la nación; también ha marchado la nación entre el “bochinche” del general Francisco de Miranda(1750-1816) y “el mundo es del hombre justo” del sabio José María Vargas(1786-1854). Por ello a la altura en que estamos, viviendo el gran hiato colectivo en que estamos metidos, la Venezuela que deseamos alumbrar debe atarse a los principios del venerable de la conquista, al de la admonición del doctor Vargas y a la búsqueda de cómo vamos a administrar el bochinche.
LA HISTORIA
Y para que la historia sea “camino, espejo y mensaje” como lo señaló el historiador Ramón J.Velásquez(Confidencias imaginarias de Juan Vicente Gómez. 8ª.ed. Caracas: Centauro, 1981,p.29) es necesario estudiarla. Pero a la real, a la verdadera, a que se hace con documentos, la que escucha además la voz de sus protagonistas, aquella que no está al servicio del poder político, más en estos días que la interpretación de nuestra historia ha sido llena de falacias, incluso se ha pretendido borrarla, alterarla, acercándose a lo que Manuel Caballero ha llamado su “abolición”(La abolición de la historia. Caracas: Alfa, 2008,p.9-54).
Así para entender la historia, para que nos ilumine, para que sirva de acicate a la lucha política, esta debe ser interpretada tal cual es y siempre “sin ira, ni prejuicios” como lo observó el papa Pio XII, Eugenio Pacelli(1876-1958).
LA COYUNTURA
Hay que pensar que estamos ante una coyuntura, hay que superar el hiato en que nos encontramos al menos desde el 4 de Febrero de 1992 aunque los sucesos que lo partearon, ahora lo veremos, fue anterior, sucedieron tres lustros antes. Y lo llamamos cesura, corte o pausa porque lo que hemos visto sucederse en esta última década muy poco tiene que ver con lo que somos y aspiramos los venezolanos que no es otra cosa que la pervivencia del sistema democrático. Lo que hemos visto es solo el deseo de aquel solo que solo desea “poder, poder y más poder”. Y no poder para servir y encaminar a la nación.
¿Por qué se presentó esa ruptura? porque la elite política en el poder estaba agotada y sobre todo no encontró la opinión pública la forma de convencerlos de que eran necesarias numerosas reformas, quirúrgicas algunas, que eran impostergables y que la disolución ética, producto de la corrupción, debía ser detenida. Así como lo observó Ramón Escovar Salom(1926-2008):”La democracia se perdió en manos de la inacción, de la indiferencia, de la frivolidad para mirar el escenario crítico que se tenía a la vista y que fue haciéndose crecientemente presente desde 1977”(Memorias de ida y vuelta. Caracas: Los libros de El Nacional, 2007,p.270).
Tampoco esa elite encontró la forma de renovar la dirigencia y dejar pasar a la nueva generación. Optó por lo largos liderazgos, muy comunes en nuestra América Latina, pese a tener al lado el ejemplo de Colombia donde una nueva generación de políticos, conservadores y liberales, se habían puesto a la cabeza de los dos partidos y pronto accedieron a la presidencia. Y el ejemplo de España en donde un político de edad, el profesor y político Manuel Fraga Irribarne, se dio cuenta que debía dejar pasar a los nuevos, como ya había sucedido en el PESOE con Felipe González, facilitó así el animoso e inteligente Fraga la entrada en la escena una nueva promoción: así el Partido Popular pudo gobernar con José María Aznar y se convirtió en la segunda gran corriente política de la vida española. Y por cierto, Fraga no salió de la política, por un largo período gobernó su galicia natal, siempre ganando cada elección a la que presentada, y lo que es mejor dejando obra firme construida para el servicio de sus paisanos. Tal los ejemplos que nuestros líderes no supieron entender. Eran ambos ejemplos que aquí no tuvieron desgraciadamente eco.
Pero no sólo no hubo alternabilidad generacional sino que los partidos perdieron sus ideales, sus principios y sus convicciones. La política se volvió solo activismo vacuo, los políticos y los funcionarios honestos, ante el espectáculo de la corrupción, se retiraron de la escena pública. Y esta quedó en manos de los peores. De allí el desbarrancadero por el cual nos fuimos. Y en medio de todo: las más altas figuras nacionales hablaron, en todos los tonos, con todos los consejos necesarios, entre ellos la voz siempre admonitoria del maestro Arturo Uslar Pietri(1906-2001). No fueron escuchados. Vayan ustedes hoy a la Hemeroteca Nacional y repasen las páginas de política y las columnas de opinión del diario El Nacional y de la revista Resumen, aunque no fueron los únicos, y encontraran todos estos testimonios a los que nos referimos, verán todo lo que pudo ser evitado si se hubiera escuchado a los conscientes que hablaron a tiempo. E incluso a destiempo.
Pero además se presentó, y allí entramos en la coyuntura de la cual no pudimos salir ilesos: eso sucedió, y ya ha sido registrado por nuestros historiadores, cuando el 31 de Diciembre de 1977, al sacar las cuentas del año, se comprendió que por primera vez desde la muerte del general Juan Vicente Gómez(1857-1935) no había habido superavit fiscal en el país. Allí, para nosotros, empezó la crisis y, no crean que exageramos, allí cayó la democracia del cincuenta y ocho porque las crisis económicas producen las crisis políticas. Y lo que es más grave: en aquel momento Venezuela tenía los mayores recursos económicos recibidos, gracias al oro negro, en toda su historia. Pero la ausencia de criterio se impuso, y la gravísima voz de Juan Pablo Pérez Alfonzo(1903-1979) no fue escuchada. Peor, desde Miraflores se alentó la campaña contra él llamándolo “loco”, que es el epíteto que siempre se ha utilizado en Venezuela en contra de los prudentes, de los que saben que hay que prever para proveer.
CRISIS
Y allí entramos en las crisis que se expresó primero el “Viernes negro”(Febrero 18,1983), luego en el “Caracazo”(Febrero 27-Marzo 1,1989) y tres años después en la insurgencia, catapultada por la idea falaz de dejar hablar al cabecilla, y se hizo contraviniendo incluso un principio que está en El Príncipe(1513) de Nicolás Maquiavelo(1469-1527), el tratado fundador de las ciencias políticas que a la vez un libro de historia. Nunca se da la palabra al adversario vencido con las armas en la mano. Quien lo hace, nos enseñó el florentino, pierde el poder,”De aquí se extrae una regla general, la cual nunca o rara vez falla: quien procura que otro devenga en poderoso se arruina”(El Príncipe. Caracas: Los Libros de El Nacional, 1999,p.29).
La crisis que vivimos, afianzada en el mal gobierno iniciado en 1999, en la conversión del país democrático en una dictadura constitucional desde el 15 de diciembre de 1999 al aprobarse la Constitución, concebida ad hoc, al igual que lo hecho a lo largo de nuestra historia por todos los caudillos llegados al gobierno. Y no lo olvidemos el actual mandatario es un neo-caudillo, un hombre que solo mira hacia el pasado y el sucederse de cada sociedad es siempre hacia adelante. Y ello porque tan grave como desconocer la historia es vivir obsesionado por ella, solo mirándola, solo pensando, lo que es una falacia, que ella se está escribiendo con sus actos. No. La historia tiene sus propios fueros y a veces de seres que han hecho mucha bulla lo único que queda en los libros de historia es una nota a pie de página. Pero ello lo que urge hoy es el rescate del país democrático, que es donde se expresa lo que somos.
¿CÓMO?
El futuro debe ser construido por medios pacíficos, constituciones y electorales. Y nuestra bandera debe ser la Constitución vigente, ratificada por la mayoría de los venezolanos en el referendo del 2 de diciembre de 2007. Todo lo decidido después por el dictador y su Asamblea Nacional de funcionarios que no discuten las leyes sino que obedecen a los dictados de Miraflores, es írrito. La Constitución de 1999 es nuestro camino: estatuto democrático y plural, que algún día deberá ser revisado y corregido en sus aspectos autocráticos, devolviéndole el nombre al país, instaurando otra vez el parlamento bicameral, revisando la extensión del período presidencial, prohibiendo la reelección absoluta de los que ejercen la primera magistratura. Y sobre todo corrigiendo su falsa definición según la cual Venezuela es un país “multiétnico y pluricultural” como se lee en su Preámbulo: Venezuela en verdad es una nación mestiza, el “pequeño género humano” que dijo el Libertador en la Carta de Jamaica(Escritos del Libertador. Caracas: Sociedad Bolivariana de Venezuela,1972,t.VIII,p.232). Y una advertencia: pese a que lo que se propala no somos una nación socialista sino la nación democrática y pluralista como se la define en el artículo 2 de esa Carta. Pero la tenemos y con ella en la mano debemos luchar. Sobre la marcha corregiremos sus entuertos.
UN PLAN
Pero a la vez para la nueva nación que deberá nacer, lejos de las corruptuelas, con una nueva generación al frente, con los políticos, sobre todo los corruptos desterrados. Y sobre ellos siempre hay que indicar que la llamada hoy Cuarta República terminó, no volverá porque la historia no se repite. Son esos mismos políticos viejos, los que llevaron a Venezuela a lo que sucedió, también el presidente Chávez es uno de ellos, el hijo bastardo. Son ellos los que tienen hoy entrabada la oposición, que no ha logrado vertebrarse a lo largo del último decenio. Son estos políticos gente que no desean nuestro bienestar y nuestra unión para nada: sólo son un grupo de políticos desempleados en busca de cargos y que para nada están dispuestos a formar, lo que nos urge, según el pensamiento de Augusto Mijares(1897-1979), “una generación dispuesta a vivir por la patria”(Longitud y latitud. Caracas: Seguros Horizonte, 1971,p.139). Una generación que esté dispuesta a servirla y no a servirse de ella. Y ello porque la esencia de todo ejercicio político descansa sobre la vocación de servicio, a todos, a la gente, al colectivo.
Para esa alborada que soñamos necesitamos tener un plan de acción, un proyecto, del cual ya existen los que podríamos denominar sus varios borradores, algunos impresos en libros, programas dignos de estudiarse y analizarse.
Y debemos despertar: el chavismo nos ha anestesiado y por ello estamos a la deriva, sin gobierno, en medio del caos, del desorden, de la anarquía, rodeados por los cientos de cadáveres de personas asesinadas, muchas de estas muertes son sin duda homicidios políticos, entre ellos están nuestros desaparecidos. Sabemos el camino y debemos comprender que la respuesta y la solución no nos vendrá de afuera ni nadie nos la dará: porque la respuesta está en nosotros los venezolanos, en solo nuestros hombres y mujeres. Es de allí que hay que hacerla nacer. Para ello es necesario mantener viva la esperanza, nuestros mejores hombres y nuestros mejores libros de literatura y de historia así nos lo indican. No hemos fenecido, no nos hemos acabado: el futuro de volvernos a parir, de reinventarnos, está ante nosotros: siempre habrá Venezuela.
(Leído en la Galería de Museo, Las Mercedes, Caracas, en el acto organizado por la Fundación Venezuela Positiva, el mediodía del domingo 22 de Noviembre de 2009).