Un Revolucionario llamado Rómulo Betancourt
En la estrategia del sector robolucionario que en esta etapa histórica gobierna Venezuela, es lógico que se pretendan echar lodo sobre la gigantesca figura de la revolución democrática venezolana.
Don Rómulo Betancourt, un hombre de quien, con motivo de la celebración de sus cincuenta años de vida Política, recibió una carta del Presidente de Senegal Leopold Sedar Senghor donde le decía: “Usted es Socialista, igual que su partido Acción Democrática. Pero usted ha visto claramente que el socialismo era primero Democracia, y en seguida, pero esencialmente acción para transformar la ignorancia en ciencia constructiva y la pobreza en prosperidad, teniendo todo como objetivo final el desarrollo integral del hombre.
Es por haber sido usted un reformador durante cincuenta años por lo que es usted un verdadero revolucionario, porque la revolución, es una prolongada acción de reforma que llega a la transformación Política, Social, Cultural y Económica de un país. Es ésta la revolución que bajo su inspiración ha realizado Venezuela desde 1928 y que hace de su país un modelo para el tercer mundo”.
Este mensaje recoge magistralmente una descripción clara de la dimensión que para la formación de Venezuela como nación moderna, posee Rómulo Betancourt. Su talento aunado al apoyo de una pleyade de ilustres venezolanos, fue lo que hizo que Venezuela entrara al siglo XIX, desde las cadenas y grillos que Juan Vicente Gomes, el máximo dictador que ha sufrido Venezuela en los últimos tiempos le había colocado. La clara visión Política de Rómulo Betancourt, le enseñó a Venezuela que para ejercer el poder y la autoridad no es necesario ocupar un cargo de gobierno o alguna posición política. Basta con poseer un liderazgo sólido y arraigado en el pueblo, para ejercer el maravilloso poder de influenciar en la vida de un País. Todo lo contrario de Hugo Chávez, quien sabe que al día siguiente de que abandone la Presidencia de la Republica, no será más que un simple ex Presidente. Chávez para ejercer como líder necesita inexorablemente tener el control absoluto del poder y dirigir a su antojo el despilfarro de los dineros del pueblo, abusar del poder, fomentar el asqueroso nepotismo y el vulgar despotismo.
Rómulo estaba muy por encima de las bajas pasiones, contrariamente a Chávez, odiaba a los adulantes y jala mecates. Era un hombre de verdad, del cual sus enemigos políticos ubicados tanto en la izquierda como en la derecha, aun odiándolo acerbamente le reconocían su honestidad, lo respetaban por sus condiciones morales y por su erudición. Por ese poder de hacerse comprender por el pueblo. Fue la figura más importante de esa elite a la que hemos dado en llamar la generación del 28. Una generación de jóvenes estudiantes que no tuvieron el menor temor de enfrentar frontalmente a la más cruel, larga y poderosa dictadura que ha sufrido este país.
No tuvieron miedo ni a las cárceles, ni al exilio ni a las torturas, y tuvieron la luminosa brillantez de parir un exitosisimo proyecto de país, donde cabían todos los venezolanos, aun quienes se alzaron en armas contra la Democracia liderada por Rómulo reconocen la honestidad personal y política, el liderazgo firme y serio. Haber cambiado una política de caudillos por una política de grandes masas y de sindicatos representados en la vida nacional; haber llevado al pueblo toda la protección del estado es parte de la obra de un revolucionario llamado Rómulo Betancourt.