Un reto a Fidel Castro
Me voy a atrever a hacerle un reto a Fidel Castro: si usted es ese revolucionario, de fuerte personalidad y de firmes ideales, como siempre quiere presentarse, tiene hoy una oportunidad muy particular de demostrarlo
En estos días, con motivo de las ofensas a la familia Otero, he tenido la curiosidad de leer la hermosa trayectoria de Mará Teresa Castillo. Es realmente sorprendente: sólo con recordar que inició su actividad política en 1928, junto a esa valiente generación de héroes civiles que arriesgaron su vida en la lucha contra la dictadura gomecista; que fue parte de los movimientos populares que empezaron a formarse en el gobierno de Eleazar López Contreras; que perteneció a la primera promoción de la Escuela de Comunicación Social; que fue redactora de Ultimas Noticias, desde 1948 a 1958, y que enfrentó con valentía a la dictadura Pérezjimenista, es más que suficiente para admirarla profundamente.
En sus luchas revolucionarias conoció a Miguel Otero Silva, ese gigante de nuestra literatura, con quien casó y tuvo dos hijos: Mariana y Miguel Enrique, sin que su nueva condición disminuyera en ella su espíritu combativo en defensa de los sectores populares. Al renacer la democracia, en 1958, inició su lucha por la promoción cultural como presidenta del Ateneo de Caracas. Su actuación fue realmente extraordinaria. A partir de ese momento, los movimientos artísticos venezolanos tomaron un ritmo diferente, logrando tal impulso, que se puede decir sin exageración, que María Teresa Castillo se transformó en el alma de la cultura venezolana. Su pasión política la condujo a postularse como diputada al Congreso Nacional en 1989, siendo permanente vocero de los sectores culturales en el parlamento nacional.
Todavía me sorprendió aún más el número impresionante de organizaciones nacionales e internacionales a las cuales perteneció en su permanente lucha por la promoción de la paz y defensa de los derechos humanos: miembro de la presidencia del Consejo Mundial de la Paz de las Naciones Unidas, presidenta del Comité de Solidaridad con Nicaragua, miembro de distintos grupos de exilados políticos latinoamericanos dedicados a la lucha por la liberación de los pueblos, miembro de la Fundación Casa Simón Bolívar de Cuba, presidenta honoraria de la cátedra Ché Guevara de la Universidad Central de Venezuela, miembro de la Fundación Cultural Iberoamericana “José Martí”, presidenta honoraria de la Fundación Casa de la Amistad Venezuela Vietnam y pare usted de contar.
He seleccionado exclusivamente las principales actividades que María Teresa Castillo ha desarrollado en sus luchas por la libertad y la justicia social, con la intención de resaltar la bajeza que ha significado los ataques personales que le ha hecho Mario Silva desde el programa “La Hojilla”. Es inaceptable que se ofenda de esa manera la dignidad de una mujer de esas condiciones. El homenaje que le ofrecieron los artistas venezolanos, encabezados por Javier Vidal, Soledad Bravo y Jacobo Borges, fue una demostración del afecto y respeto que ha sabido ganarse esta extraordinaria mujer venezolana, que siempre orientó su vida a luchar por la libertad, la justicia, la dignidad y la promoción del arte como forma de integración humana
Soy testigo de excepción del afecto que Fidel Castro siempre le ha profesado a María Teresa Castillo. Ese afecto lo mostró de manera muy particular durante mi viaje oficial a Cuba, en 1993, como canciller de Venezuela, Ella formó parte de la comitiva oficial. Su selección no ocurrió a la ligera: representaba con particular donaire las condiciones de la mujer venezolana, pero además su trayectoria de lucha democrática y popular la hacía más que merecedora de esa distinción. Sus vinculaciones con la dirigencia femenina cubana eran muy importantes: había impulsado con particular dedicación y esfuerzo la Fundación Casa Simón Bolívar de la Habana, que desarrollaba interesantes programas de intercambio cultural.
Esa gran mujer ha sido ofendida en su honor de una manera inaceptable. Me voy a atrever a hacerle un reto a Fidel Castro: si usted es ese revolucionario, de fuerte personalidad y de firmes ideales, como siempre quiere presentarse, tiene hoy una oportunidad muy particular de demostrarlo. María Teresa Castillo ha sido una permanente luchadora por la independencia de los pueblos subyugados del mundo. Merece que usted la defienda. Ella siempre ha tenido por Cuba un profundo afecto. Demuestre usted que ese cariño es compartido. Pídale a Hugo Chávez que deje de respaldar ese vergonzoso programa que es “La Hojilla”, que ordene su suspensión y permita que se haga justicia. Si lo hace, “la historia lo absolverá”. Si no, el pueblo venezolano jamás lo olvidará…