¿Un Papa democrático y latinoamericano?
(%=Image(8022526,»L»)%)Buenos Aires (AIPE)- Aunque es mucho más, visto desde las ciencias sociales humanas, si bien es una organización pública, la Iglesia Católica Apostólica Romana es estrictamente una institución privada: no tiene, salvo relativamente dentro del minúsculo Vaticano, el monopolio de la violencia que caracteriza a los Estados y se atiene a las leyes vigentes en los países en donde está.
A una institución privada no tiene sentido exigírsele que sea «democrática»; lo que importa es que su organización sea eficiente. No imagino empresas “democráticas” sino que todas tienen su estructura basada en la eficiencia real, y no en el “voto popular”. En realidad, ni siquiera nos debe preocupar que sea eficiente ya que, si no lo es, simplemente desaparecerá al no poder imponerse de ningún otro modo, como el caso del Estado que se impone vía el monopolio de la violencia: así recauda impuestos de los que vive independientemente de sus fracasos.
Son quienes tienen la responsabilidad de dirigir una institución quienes deben velar por su eficiencia, o desaparecer. En el caso particular de la Iglesia, es cierto que tiene un sistema medieval, y ¿qué? si ha resultado útil. Con sus más y sus menos, es la institución más antigua del mundo occidental y sigue fuerte. Menos puedo imaginar que se discutan “democráticamente” los dogmas de la Iglesia, simplemente porque esto es una incoherencia: o son dogmas (revelados por Dios, de acuerdo con la doctrina católica) o se discuten.
Quienes promueven la democracia como valor absoluto son totalitarios, promueven la «dictadura de las mayorías» que, en rigor, es simple dictadura de populistas. Es fácil manejar a las masas a través de la mentira, el populismo y la demagogia. La democracia, para no convertirse en dictadura, debe tener límites que empiezan por respetar a las personas, sus ideas y la propiedad, y nunca imponerles “el voto de la mayoría”.
El ex franciscano brasileño Leonardo Boff, uno de los principales exponentes de la Teología de la Liberación, en 1985 fue castigado con el llamado «silencio obsequioso» por la Santa Sede. No se le quitó ninguna libertad, de hecho ha dicho lo que quiso, sino simplemente se le ha negado el hablar en nombre de la Iglesia. Boff afirma que «la Iglesia se organiza institucionalmente como una monarquía absolutista espiritual en contradicción con la democracia y los derechos humanos… Juan Pablo II creía que el problema de América Latina era el marxismo, cuando el verdadero peligro siempre ha sido el capitalismo salvaje y colonialista con sus elites antipopulares y retrógradas”. Y agrega que “en Juan Pablo II prevalecía la misión religiosa de la Iglesia y no su misión social”. Claramente que para ciertos “demócratas” la Iglesia no es una institución religiosa sino política, es decir, quieren estatizar a la religión.
La mitad de los católicos del mundo son latinoamericanos. Hoy, Latinoamérica tiene más cardenales que nunca: 22 electores (el 93% de los 117 cardenales electores fue designado por Juan Pablo II). Europa, donde sólo residen 23% de los católicos, tiene 58 electores. Asia y Africa tienen once electores respectivamente. Oceanía tiene un elector y el resto de países americanos catorce.
Lula, que asistió al funeral de Juan Pablo II como casi todos los líderes mundiales, salvo unos pocos como Castro y Kirchner que ni siquiera se dignó participar en la Misa exequial en Buenos Aires, dijo que hará fuerza para tener un Papa brasileño. Un Papa latinoamericano es una expresión de nacionalismo estatista para quienes el amor a la patria es un amor a lo material, a lo geográfico. El verdadero amor a América Latina lo demostró Juan Pablo II, mientras que muchos latinoamericanos, como los guerrilleros, se llenaron las manos de sangre.
Al despedir al Cardenal Bergoglio, cuando partía para Roma, pensé en qué le diría, considerando que iba a participar de un momento histórico como este Conclave; recordé su personalidad y sus anhelos habituales y entonces le dije lo único que cabía: «Mire que vamos a rezar mucho». Me tomó calidamente la mano y me dijo: «Recen». Esta es la verdad de la Iglesia.
(*): Miembro del Departamento de Investigaciones de la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (ESEADE).