Opinión Nacional

Un militar golpista: Presidente del Parlamento

 El Canciller Maduro, que venía sonando como próximo Vicepresidente, el propio Vicepresidente Jaua y el Ministro del Interior El Aissami, serán candidatos a gobernadores en estados actualmente en manos de la oposición y saldrán del gabinete.

En cambio, retornan a cargos relevantes en el Estado y en el partido (PSUV), militares que, en su mayoría, acompañaron a Chávez en los golpes fracasados de 1992. Es interesante notar que el nuevo Ministro de la Defensa, General Henry Rangel Silva y el nuevo Vicepresidente del partido para la región central, Ramón Rodríguez Chacín, están ambos indiciados por la Oficina del Tesoro de EEUU, como narcotraficantes y cómplices de la narcoguerrilla FARC. Pero la más significativa reexhumación política fue la del subteniente golpista Diosdado Cabello, ex Vicepresidente de la república y ex Gobernador del estado Miranda, que había sido excluido del gobierno, después de su derrota en las elecciones regionales. Cabello no sólo fue nombrado primer  Vicepresidente del PSUV, sino también asumió la Presidencia de la Asamblea Nacional. En su discurso de toma de posesión, insultó e irrespetó a los diputados de la oposición y anunció que no habrá ningún tipo de negociación y diálogo con los que calificó como la derecha fascista y apátrida. Efectivamente, a la oposición no se le dio ningún cargo en la directiva parlamentaria, como es costumbre en los parlamentos democráticos.

La democracia no sólo requiere que las “reglas del juego”, sean aceptadas y respetadas por todos, sino debe asentarse en una cultura política en la cual haya diálogo, tolerancia, negociación y compromiso entre las partes del sistema. La lucha política democrática es agonal y no existencial, hay adversarios que superar y no enemigos que aniquilar. Las críticas deben ser “ad argumentum” y no “ad personam”, se enfrentan las ideas, pero se respeta la persona, ya que el adversario de hoy puede ser el aliado de mañana en función del bien común. Pero sobretodo no puede haber descalificación y deslegitimación a priori del adversario y particularmente es imprescindible que no haya deshumanización del mismo. Por eso fue sumamente grave la frase de Chávez, cuando afirmó que “el rico es un animal con forma humana” y desgraciadamente para Chávez casi todos sus opositores, (52% del voto en las últimas elecciones parlamentarias) son calificados como ricos, “niños bien” y oligarcas. La deshumanización del judío, el subhombre (untermensch) nazi, fue uno de los fundamentos ideológicos del holocausto.

Ahora bien, la institución del Estado que más debe reflejar la cultura democrática es el Parlamento. La misma raíz etimológica de la palabra Parlamento lo define, es la sede institucional principal del diálogo entre los adversarios políticos. El nombramiento como presidente del Parlamento, de un militar golpista, que todavía considera al golpe felón de 1992, como un acto heroico de rebelión, ya es una ofensa a la conciencia democrática, pero la actitud de Cabello en su toma de posesión reitera claramente la
esencia antidemocrática del chavismo.

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