Opinión Nacional

Un gran candelero

Venezuela se ha convertido en una sola protesta, las quejas van y vienen por doquier y se traducen en manifestaciones de calle que surgen desde distintos sectores de la vida nacional y tienen orígenes o motivos diversos.

Por un lado, ya hace rato que los estudiantes de todos los niveles de educación, despertaron definitivamente de su letargo y con su presencia activa, pero pacífica, en las calles de nuestro país, le dicen NO a un régimen que pretende robarles sus libertades, sus derechos fundamentales y sus sueños de futuro, así como los de todos los venezolanos. Los estudiantes salieron a las calles y allí se quedarán hasta que obtengan aquello por lo que luchan, que no es otra cosa que democracia y libertad.

Por otra parte, se encuentra el sector transporte, en el que se incluyen, entre otros, a taxistas, mototaxistas, autobuseros, camioneteros y camioneros, los cuales ya parece que perdieron por completo la paciencia frente a un des- Gobierno, que ante sus protestas por el continuo robo de sus unidades de trabajo y por la recurrente muerte de sus compañeros a manos de la desenfrenada delincuencia, no les da respuesta efectiva y por el contrario pretende engañarlos, promoviendo en cada ocasión las llamadas “mesas de diálogo”, de las que nunca ha surgido solución real alguna.

Igualmente, dentro de este panorama, surgen las voces de las amas de casa y en general de todos los consumidores, quienes ya no soportan la desaparición casi absoluta del mercado, desde hace ya largos meses, de rubros básicos como leche y sus derivados, azúcar, huevos, caraotas y muchos otros que forman parte de la canasta alimentaria del venezolano.

De la misma manera, en las adoloridas calles de nuestro país, podemos observar la presencia de miles de damnificados que le exigen al Gobierno el cumplimiento de las promesas, que por ya nueve luengos años, ha hecho en materia de construcción y “dignificación” de viviendas.

Asimismo, casi a diario, observamos cómo desde ciudades, pueblos y caseríos de nuestro país, sus pobladores realizan cierres de vías y otras modalidades de protesta que evidencian el mal estado de las mismas, o la carencia en esas comunidades de los servicios básicos como electricidad y agua potable.

Todas estas expresiones de descontento y muchas otras, se dan en un marco de cercanía del proceso electoral, que terminará por aprobar o no la reforma constitucional.

La modificación propuesta de la Carta Magna, constituye, por donde se mire, una verdadera estafa a la nación, ya que en primer término, como se ha dicho de manera reiterada, realmente lo que se está presentando a consulta no es una reforma, sino prácticamente una nueva Constitución, cuya legítima vía de elaboración pasaba por la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente y en segundo término, se le ofrece al electorado que de la reforma se deriva más poder para el pueblo, cuando realmente sólo sería más poder para el caudillo.

Por otro lado, todas las encuestas reflejan que el electorado en su inmensa mayoría, verdaderamente no conoce el contenido de esa nueva Constitución sometida a referendo, entre otras razones porque al Gobierno no le interesa que el pueblo esté enterado del significado de sus artículos. El Presidente ha contribuido de forma importante con esta situación, ya que taimadamente ha tratado de vender el nuevo texto constitucional relacionándolo con su imagen, sin informar a sus seguidores del fondo de este. Así, si el pueblo aprueba la reforma, cosa que según las encuestas no parece probable, no sabrá en realidad qué fue lo que aprobó.

De todas formas, en caso de ser aprobada la nueva Constitución, esta no vendría a solucionar en lo más mínimo, ninguno de los problemas reales de los venezolanos, que son el punto de partida de las protestas antes señaladas, por el contrario, significaría un retroceso importante en materia de descentralización, de Derechos Humanos y en general, de todos los principios de un sistema democrático.

De no ser atendidas perentoriamente, las necesidades que dan origen a todas estas expresiones de insatisfacción, el Gobierno corre el peligro de que tarde o temprano, de candelita en candelita, el país se le convierta en un gran candelero, que no podrá apagar con la simple represión. Con toda seguridad el descontento en ellas expresado, se verá traducido en una masiva votación por el NO en el próximo proceso electoral del 2 de diciembre.

Abogado

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