Uh… ah, ¿Chávez volverá?
Su decisión fue irse a Cuba, en desprecio del país que dice amar. Me queda la duda si fue a curarse o a esconderse.
Encerrado tras los barrotes de un estúpido secretismo, nadie sabe si está bien o mal, mejor o peor, estable o descontrolado. Nadie tiene la certeza de lo que tuvo, de lo que tiene y de cómo eso que tuvo, se le fue y le regresó. La gente duda si está donde dice estar, vivo o muerto y tampoco estamos seguros de que pueda firmar decretos. Lo único cierto es que hace más de cinco semanas que no se ha escuchado ni visto. Lo demás es especulación de lado y lado. No creo en los corresponsales a distancia que armados de un tuiter dicen manejar la información del enfermo.
A eso que no habla ni se le ve, lo tildan de presidente en ejercicio y me piden que respete su enfermedad. Respeto exijo yo cuando les solicito que dejen de payasear y nos digan de una vez por todas unas informaciones que podamos entender y aceptar como buenas. Lo único cierto es que hace más de cinco semanas que no se ha escuchado ni visto.
Me sobrepongo a las ganas de reírme de las payasadas que hacen, para recordar que estamos inmersos en una profunda crisis. Leo de soslayo el panorama y los eventos que suceden en mi Venezuela y me cuesta mucho trabajo aceptar que perdimos el rumbo como país al aceptar esta versión “mejorada” del acuerdo social que llamamos constitución –ex profeso en minúsculas– a que le han dado una voltereta interpretativa para que se adapte a sus intereses particulares. Mido la intensidad del estupor y como va creciendo cada día un clamor generalizado para que de una vez por todas se declare una falta temporal del presidente y llamen a elecciones. No me sorprendería que ahora se arropen de prisas para hacerlo y correr a unas elecciones antes de que el coroto se les desmorone.
Este es un gobiernillo de utilería, dedicado al fetichismo chavista y a la búsqueda de una conversión express del amor a Chávez por un nuevo amor a sus afiches y recuerdos. Prisas, muchas prisas para esos fines y muy pocas para dedicarse a resolver los verdaderos problemas del país.
Venezuela camina hacia un colapso económico. Nuestra industria petrolera debe medio año de facturas a sus proveedores y los debe como una combinación de falta de caja y una incapacidad manifiesta para poner bajo control sus procesos administrativos. Un gran operador transnacional de pozos, con deudas por cobrar cercanas al billón de dólares, se retiraría de las operaciones en Venezuela en estas próximas semanas. Maduro y su combo no entienden el daño que Ramírez le ha hecho a la industria petrolera, pero tampoco entienden qué por ese flanco se les vendrá abajo este parapeto que llaman revolución. Los platos rotos los pagaremos los venezolanos.
Volverán las oscuras golondrinas…(Gustavo Adolfo Becker)