¿Tubo, cueva o calle?
Los venezolanos acabamos de vivir un triste y luctuoso episodio mediático, ecuménico, político, electoral y populista, que nos dejó agotados, poco esperanzados respecto de cambios positivos en la política nacional y con sentimientos mezclados de frustración, dolor, esperanza, incertidumbre, temor y envalentonamiento.
Sobre todo tenor. Ya lo dijo Capriles: “¿Nicolás, a qué le temes?”
Nicolás y todos, tememos algo. Pero no es el mismo temor. El de él va ligado a las expectativas y exigencias de sus jefes y a las tramoyas electoreras y propagandísticas que se están descubriendo y que lo van a dejar mal parado ante el pueblo que ingenuamente cree y espera su advenimiento.
No hay nada más grotesco que una imitación. Los imitadores de oficio suelen hacerse famosos por la exagerada similitud al personaje imitado. En Venezuela hemos tenido magníficos imitadores, cuyas rutinas han sido espectaculares y son recordadas con cariño y sonrisas. Ahora la cosa cambió. Ya no serán imitaciones bufas solamente, ahora serán bufas, abusivas y peligrosas. Cada decreto o acción del Delfín imitador, va a ser una granada sin espoleta o una entrega más del país y sus bienes.
Los imitadores no construyen la personalidad del imitado ni tampoco la absorben. Se basan en sucesos hipertrofiados por la inspiración humorística y de ahí pueden salir barbaridades cómicas que mueven a la angustia y a la risa. Veremos como lo hará el imitador oficial. ¿Qué tanta angustia y cuan poca o mucha risa o temor nos causará?
Por el momento está claro que la oposición no respira ni libertad ni paz y mucho menos tranquilidad. Los mensajes han sido claros y definidos, aunque injustos, abusivos y ventajistas: o se entuban por un camino de obsecuencia y sumisión, o no tendrán espacios ni momentos en este país.
Así que, como otras veces en la historia venezolana, no nos va a quedar más camino que rechazar el entubamiento e ir a la cueva o a la calle. Enconcharnos y desde el anonimato clandestino pero comprometido con el futuro de Venezuela y los venezolanos, hacer lo que debemos hacer, todo el tiempo, en todas partes. O hacerlo, frontalmente, en la calle, desde ya, como Capriles.
Sabemos de sobra lo que va a ocurrir: el ventajismo y la retaliación por las fantaseadas agresiones (paranoia política institucionalizada) y las “irresponsabilidades”, están en marcha. Las represiones y carcelazos, vendrán.
Debemos de forma constante, machacona y frontal, descubrir y poner de manifiesto las mentiras, los engaños, las tergiversaciones y las tramoyas sociales, legales, jurídicas y económicas, que han cohonestado en el oficialismo.
Morir callados no es opción.
Presentarse con franca y verdadera honestidad, sí lo es. Los votos serán en definitiva la muestra de lo que decimos, hacemos y deseamos para nuestro país.