TSJ: Cuando la justicia ya no es ciega
Si la “casa que hace las leyes” con sus diputados claudicantes se ha convertido en un instrumento para convalidar la dictadura constitucional, otro tanto podemos decir de los jueces que conforman la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia.
La Constitución es clara en su artículo 335: El Tribunal Supremo de Justicia garantizará la supremacía y efectividad de las normas y principios constitucionales, será el máximo y último intérprete de ésta Constitución y velará por su uniforme interpretación y aplicación.
La Carta Magna es fiel reflejo del proyecto de país que integra y salvaguarda a todos los ciudadanos. Los integra bajo una misma identidad nacional estableciendo sus derechos y deberes dentro de un marco de convivencia democrática y le salvaguarda de los abusos que el poder de turno pudiera estar incurriendo. Para ello es clave el funcionamiento armonioso e independiente de los cinco poderes públicos que en teoría deben establecer contrapesos entre sí. Luego de diez años, nada de esto se ha cumplido. El Poder Ejecutivo avasalla al resto de los poderes públicos y concentra sobre sí un desmedido y contraproducente uso y abuso del poder, llegando al extremo de contravenir y desvirtuar, aspectos medulares de la misma Carta Magna.
Los jueces del TSJ, están compelidos, por la alta responsabilidad que detentan, a ponerle freno a estos excesos de acuerdo al artículo 335. No obstante, se han hecho de la vista gorda y se han vuelto cómplices del actual “golpe de estado constitucional” que promueve el oficialismo dinamitando los fundamentos de nuestro orden democrático.
El Centro de Estudios de Derechos Humanos de la UCV acaba de emitir un comunicado público donde se pronuncia sobre estos aspectos, llegando a la desconcertante y peligrosa conclusión, de que los jueces de la Sala Constitucional del TSJ: han incurrido en una interpretación desfigurada y torcida de la Carta Magna.
El mismo TSJ, la institución que por ley debe garantizar el estricto cumplimiento de la vigente Constitución, es la primera en contravenirla al superponer sobre sus más esenciales dictados otros distintos sujetos a la orden del inquilino de Miraflores. Todo esto se traduce en la negación de la justicia misma y en la puesta en marcha de una Constitución paralela a espaldas del soberano.
Hoy los venezolanos todos, hermanados en una misma aspiración, sólo queremos que los poderes públicos cumplan con el mandato para los que fueron creados apegados al estricto respeto y cumplimiento de la Constitución vigente, de lo contrario, deben cesar en sus funciones.