Opinión Nacional

Tres síntomas peligrosos

Después del blitzkrieg del teniente coronel a finales de 2006 y comienzos de 2007, de innumerables anuncios sobre los cambios económicos, políticos, constitucionales, culturales, territoriales y otros en la vía al “socialismo del siglo XXI”, después de haber logrado su Ley Habilitante por 18 meses y así la eliminación de una Asamblea Nacional que desde hace tiempo era no mas que una sombra de parlamento, la estrategia ha cambiado. El primer signo es el salto a un Propagandakrieg – no pasa un día sin que aparezcan en todos los medios impresos paginas enteras sobre los “cinco motores” de la revolución. El segundo es el retorno a unas obsesiones suyas que están convirtiéndose en peligrosos síntomas de lo que nos espera.

La primera es la pulsión a lo grandioso, sobre todo si se refiere a Simón Bolívar y a el mismo. El le encargo un monumento de 100 metros de altura a Oscar Niemeyer, el gran arquitecto brasileño. Este ha presentado a la prensa una maqueta en cartón. La definió como un conjunto de “formas y dimensiones puras y simples” y la presento, según EL PAIS (1-02-2007), cual “una espiral roja que atraviesa un pequeño lago y termina en el interior de una especie de pirámide inclinada, que mas bien recuerda la punta de una flecha o de una nave especial”. El monumento será construido en el Ávila, la montaña emblemática de la Corriere de la Costa, tendrá una altura de 100 metros y una extensión de 170 metros. Esta apuntando hacia los Estados Unidos. Niemeyer niega que se trate de un arma, “un lanzador de misiles”, “es un movimiento, un vector; la arquitectura tiene que sorprender, crear curiosidad, aun más cuando se trata de exprimir todo este asunto de Chávez que es revolucionario, de mudanza de vientos, audaz y de coraje”. El monumento va estar iluminado de noche.

Esta pulsión es una parte importante del Propagandakrieg. En realidad, el monumento no es para Simon Bolivar, es para Chávez. Anticipa su inmortalidad, aun post-mortem, como el más grande líder de Venezuela, a la altura del Libertador. Con ello, se convierte en el único que pueda gobernar este país, que este a la altura del siglo XXI, que pueda enseñarnos como debemos ser y vivir. La comparación con Stalin se impone, a quien los poetas escribieron versos y los pintores pintaron cuadros.

El segundo síntoma es el armamentismo, esta vez la instalación de “un sistema de defensa aérea movible e integrado que permite operaciones en altitudes altas, medias y bajas”, llamado TOR-M1 (EN, 1-02-2007, p. B4). Empieza a operar con doce misiles tierra-aire que pueden ser disparados contra dos blancos simultáneamente, y un radar que es capaz de identificar hasta 48 blancos entre 1.5 y 12 km de distancia. Cuando se decía que las compras de armamentos en Moscú estaban en el orden de los tres milliardos de dólares, realmente fueron mas de cuatro milliardos, este sistema de defensa area incluido. Uno de los asesores militares cercanos a Chávez, el general Alberto Mueller-Rojas (con quien podíamos los profesores de ciencias políticas, en los anos de la “cuarta”, sostener no militaristas discusiones en los predios de la UCV), hoy uno de los mas bravos halcones de la FAN (¿o FAB?), estima que este sistema es muy pequeño con sus 12 misiles, razón por la cual no se necesita ser un experto en cuestiones bélicas para asumir que el Supremo va a contentar a Mueller-Rojas mediante la compra de unos cuantos sistemas anti-aéreos mas.

Este síntoma es una expresión simultánea de angst y agresividad de Chávez. Angst es más que miedo (la palabra española de la alemana): se mezclan en el estado que describe la desconfianza, el temor y la angustia, tres diferentes formas psíquicas que se entrelazan. Esta Angst lleva al armamentismo, el cual es reforzado por la agresividad. El Supremo sabe perfectamente que agredir a los Estados Unidos conduce a una derrota aplastante, pero en su subconsciente tiene el deseo de hacerlo. Las victimas seriamos todos nosotros, muertos, heridos o traumatizados el resto de nuestras vidas.

El tercer símbolo es el lema propagandística que el líder y sus allegados repiten últimamente muy a menudo, que esta inscrito en las paredes de cuarteles militares y muros de edificios oficiales (incluyendo escuelas) y que repiten los militantes del Frente Francisco de Miranda y hasta los empleados públicos y demás ciudadanos que asistan a las concentraciones del chavismo: “Patria, socialismo o muerte.” El lema esta induciendo en los miembros de nuestra sociedad una actitud de sumisión, de obediencia anticipada, de apatía y del sentimiento de un destino final inexorable.

En realidad, ninguna concepción de la patria, ni mucho menos del socialismo, vale la muerte de ni uno o una de nuestros conciudadanos. El lema es estupido, además de pegajoso. El que haya sido utilizado por otros totalitarismos no lo hace mas valido, el que los terroristas totalitarios de cualquier color lo usan y lo practican no hace más que subrayar la inherente estupidez. Su permanente repetición no persigue mas que la creación del ser humano-autómata, sin subjetividad, que es el objetivo de los totalitarismos para los sujetos (¡pregúntenselo a Goebbels!).

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