Tremendas confusiones
Nos acercamos inexorablemente a la próxima estación electoral. Leemos que entre 2005 y 2021, The Economist, que es una de las organizaciones de difusión y análisis más importante y seria del mundo, ha revisado que solo en 2014 no está programado ningún evento electoral.
Por otra parte, leímos con la mayor atención y lo entendemos como uno de los análisis más detallados, de las opciones que enfrenta la oposición, el magnífico tríptico escrito por nuestro querido amigo Ignacio Oberto.
También hemos leído muchísimas opiniones de amplios sectores de quienes adversan al régimen, pronunciándose, unos a favor y otros en contra de la asistencia al acto electoral próximo.
Vamos a estar absolutamente de acuerdo con las conclusiones de la revista inglesa pues entendemos que en cualquiera de los escenarios previsibles la oposición venezolana se encuentra en un callejón de escasas posibilidades de salida.
El régimen ha sido muy hábil y tiene fortalezas que es menester analizar.
Una de sus principales fortalezas es la unanimidad de las expresiones de criterio. Es casi impensable que alguno de los voceros del régimen diga algo disonante con la expresión del oficialismo.
Otra fortaleza medular es la de repetir las mentiras y muy especialmente la posible guerra con los Estados Unidos hasta que la gran masa de consumidores, léase votantes, la consideren una verdad.
Otro muy buen ejemplo lo encontramos en la prensa del sábado último.
En esa fecha se difunde la noticia de que el día anterior se había encontrado una granada contra el local de CNE en Carabobo. Naturalmente, dicen los jerarcas del CNE, que fue lanzada por la oposición con el patrocinio norteamericano.
Pero en la misma fecha aparece un aviso a toda página donde el poco transparente ente comicial denuncia el lanzamiento de dicho artefacto explosivo.
Nos preguntamos: ¿Es pensable que la principal preocupación de una institución sea la de obtener ventajas mediáticas ante una agresión explosiva?
¿Ese aviso no trasmite claramente que el evento ya estaba planificado?
Pero las respuestas a estas preguntas solo ratifican los defectos y la grosera parcialidad del organismo supuestamente regulador.
Le verdadera razón de las terribles confusiones que sufre la oposición venezolana se centra en el desmantelamiento de la independencia de los poderes nacionales, cosa que también anota The Economist, y muy especialmente la debacle del poder judicial nacional, así con minúsculas, pues consideramos vergonzoso que la justicia haya sido tomada como uno de los bastiones más fuertes de la tragedia venezolana.
Así, como no tenemos la menor duda sobre lo absolutamente sesgadas, por decir lo más suave, que son las actuaciones del ente comicial, vemos la evidencia de que las sentencias que se dictan en el TSJ también vienen dictadas desde el palacio de Misia Jacinta.
Nuestro pensamiento está alrededor de la necesidad de librar duras batallas desde los distintos foros legales. Facultades de Derecho de las Universidades, los Colegios de Abogados, la Academia de Ciencias Políticas y Sociales y las ONG del sector Justicia, son los llamados, amén de otras acciones de la sociedad, a demandar la independencia de los poderes y el apego a los dictados de las leyes, que para cumplirlas y no para violarlas, han sido dictadas.