Opinión Nacional

Transvalorar la revolución

¡Ya está bueno ya! Hay que elegir entre seguir siendo chavista o continuar siendo revolucionario. Necesario es trascender el mito convertido en estafa ideológica que postula que existe una simetría compulsiva entre chavismo y revolución. Hace un siglo y medio los marxistas autoritarios libraron una excelente confrontación teórica y política con los anarquistas antiautoritarios liderizados por Mijail Bakunin en el seno de la Primera Internacional. Esa batalla estratégica entre Marx y Bakunin ha sido, -mutatis mutandis- la misma batalla que a través de los últimos dos siglos los socialistas antiautoritarios se han visto compelido a librar por la genuina democracia directa que en otras palabras significa la acracia; o sea, la democracia sin adjetivos.

En un principio, ciertamente, el fenómeno conocido por todos con el nombre de chavismo fue lo más revolucionario que la realidad histórica y social produjo para Venezuela en una época de indudablemente signada por el cambio y las transformaciones estructurales. Pues, menester es reconocer hoy, a la luz de una novísima e inédita situación política, que el chavismo ha devenido en una visión estrecha y chata de lo real, de lo empírica y subjetivamente real. La realpolitik, con todo su pesado fardo de pragmatismo oportunista ha terminado por engullir la antigua utopía emancipatoria que dio origen al chavismo primigenio, al chavismo primitivo. Un cerrado anillo de adulantes y arribistas de toda pelambre se ha enseñoreado del Palacio revolucionario trocando la vanguardia esclarecida y teóricamente consistente en una nueva clase de contratistas y de aprovechadores de ocasión.

A juzgar por el desarrollo de eso que de manera pedante y engreída se rotula con el rimbombante cognomento de revolución, los sueños de libertad han degenerado en pesadillas de adulación. Jamás creí que la revolución era para erigir estatuas ni para rendir culto a la personalidad. Siempre imaginé -equivocadamente- que la revolución era un auténtico despliegue de las máximas potencialidades creadoras del ser humano en función de su autoredención, de su autodeterminación. Para mí -otro error- ser revolucionario era pretender desenajenarse de los yugos ideológicos e ideologizantes. Aprendí, leyendo a insignes pensadores como el filósofo Eduardo Vásquez, Ángel Capelletti, Ludovico Silva, Jonuel Brigue, que la libertad pasa necesariamente por la incineración de todos los dogmas; especialmente por la superación dialéctica y positiva de los atavismos ideológicos que hacen del sujeto una entidad deificada reticente a los cambios y transformaciones que demandan los tiempos en que vive.

Las ideas-fuerza, en tanto referentes teóricos nunca deben ser confundidas con doctrinas talmúdicas petrificadas como el socorrido bolivarianismo decimonónico sin sustentación real en la realidad socio-histórica del presente globalizado. El chavismo aldeano y comarcal es exactamente la antípoda de la necesaria teoría revolucionaria que exigir debe lo que también se despacha con el ligero nombre de proceso revolucionario.

Historiador y escritor.

(%=Link(«mailto:[email protected]»,»[email protected]»)%)

(%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/rrattia»,»Rafael Rattia en la BitBlioteca»)%)

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba