Toma tus diez milloncitos
Dime de qué te ufanas y te diré de que careces. El presidente saliente -quien dice tener de su lado casi diez millones de votos- clama desesperadamente por los votos de la clase media. Necesita votos para continuar con esta farsa. Se ufana de estar sobrado, pero sabe que no es así.
Lleva un gran hueco por debajo de la línea de flotación. Hace aguas todos los días en el camino sin regreso a perder unas elecciones. Cada día más cerca del final, busca con desespero los votos que no supo retener, de los venezolanos que ya no creemos en esta cháchara. Esa flor ya no retoña.
Los ojos hundidos de rabia claman con “amor” por el voto de la clase media. Ahora nos ofrece una vivienda sin cuota inicial y con intereses bajos. Casi no se le ve la costura a nuestro comandante presidente. Cada acto de campaña se vuelve más pesado pegajoso y difícil de sostener. Envuelto en su bufanda, canta, besa niños y cuenta cuentos que reemplazan la necesaria presentación al país de soluciones a los problemas que nos aquejan. Basta de repeticiones, de las mismas ofertas que nos vendió -sin entregarnos el producto- durante catorce años. Basta de hablar del pasado, el pasado es Chávez y su incapacidad de producir logros.
Tarde reconoce un severo problema en el suministro de energía y tarde cae en cuenta que los puentes de este país requerían mantenimiento. Tarde presidente, muy tarde.
Sorprende en demasía escucharlo repetidamente nombrar al flaco Capriles, siempre para ofenderlo. Águila no caza moscas, le escuché decir en muchas oportunidades. Debo entender que está no es precisamente una mosca o usted dejó de ser un águila.
Comienza mal la semana, con más de veinte muertos en el Rodeo I. Así no es fácil convencer a un pueblo. Así no es nada fácil reunir –al menos- los siete millones de votos que necesita. No tiene siete, pero pide diez milloncitos. Se sabe perdido y enrolla su bufanda al cuello para pasar calor del bueno en San Félix, corto de público otra vez, pero largo de autobuses.
Capriles sigue su indetenible curso, sumando todos los días nuevas voluntades para reforzar su soporte político. Hace caso omiso a los insultos y groserías que profiere su contendor político. Aquí de este lado el verdadero pueblo observa y escucha a ambos, compara y hace su mapa mental sobre lo que será nuestra vida si repetimos el error de entregarle este país por seis años más al presidente que destruye lo que toca. Se acabaron los espacios y los tiempos para la revolución que Fidel Castro y Chávez trataron de sembrarnos. No nacimos para hacer colas mendigando.
Te quedarás esperando por los diez milloncitos que no supiste ganarte.