Opinión Nacional

Tolerancia: ¿para qué?

Me decía un amigo en estos días a raíz de unos artículos que publique en este medio sobre La Tolerancia, que no perdiera tiempo en ese tema porque la mayoría de los habitantes del país no estaba en ánimos para ceder en sus respectivas posiciones y que muy por el contrario, la polarización de las ideas políticas esta a la orden del día en esta sociedad venezolana que compartimos. Especialmente en estos tiempos de reforma.

Entendiendo perfectamente la apreciación de mí amigo y sin dejar de pensar en el recóndito de mi pensamiento, que quizás tiene razón, encuentro señales en el país que una vez más me motivan y confirman todo lo contrario, que la nación está ávida de aceptarse mutuamente, independientemente de las posiciones ideológicas y políticas. En otras palabras los venezolanos tendemos mas a reconocernos que a rechazarnos independientemente de nuestra visión política.

La verdad no es exclusiva, aunque existen más verdades que otras. Sin embargo, la capacidad de ser flexibles e ir aceptando que todos los días nos descubrimos en cuanto a las limitaciones de nuestros pensamientos en muchos temas, es fundamental. Lo que hay que evitar es pasar más tiempo tratando de confirmar lo que pensamos, nuestra visión de mundo, que el tratar de comprender por qué el otro no piensa como uno.

Dos entrevistas recientes me parecieron acertadas y se suman a los esfuerzos que se han hecho algunos venezolanos en esta materia, que aunque en campos divergentes, han abiertos las ventanas para un dialogo sincero. Me refiero en esta oportunidad al dialogo que en Analítica TV le hizo Emilio Figueredo a Roberto Hernández Montoya, en donde estos coinciden en la necesaria búsqueda de puntos de encuentro. Propone Roberto debilitar las tensiones acabando, por ejemplo, con las causas que producen las mayores diferencias sociales y recomienda estar dispuestos a reconocer que uno puede estar equivocado con ideas preconcebidas. En otras palabras, pudiéramos caer en la trampa de encasillarnos en un solo pensamiento. Por supuesto esta idea es válida para todas las tendencias.

Con relación a uno de los temas que genera intolerancia en el país, la política, habría que entender que el dilema no es por qué estar con el gobierno o con la oposición, sino ser lo suficientemente dialéctico para comprender que en ambos sectores navegan hacia la búsqueda de fines legítimos. Ambos sectores pueden vivir en la diferencia más no necesariamente en la controversia. En política, las motivaciones no garantizan que lo estamos haciendo bien, pero la posibilidad de escuchar al otro si nos permite descubrir nuestros errores de apreciación.

En este mismo sentido, hace unos días Roy Chaderton en entrevista en el canal ocho, decía algo así como que la desconfianza generada por la intransigencia de los opositores al gobierno había llegado a niveles que quienes, por ejemplo, apoyan el proceso han perdido el interés de escuchar a quienes están del otro lado, lo que normalmente debería ser un eco importante en cualquier sociedad democrática.

Desde el sector opositor pasa algo similar. La vieja práctica de no escuchar y oponerse a todas las iniciativas del gobierno es un estilo que poco ayuda a la convergencia. Es por ello que insisto en recordar que la propia Constitución nos demanda la tolerancia y que si queremos ser reconocidos como una sociedad tolerante tenemos que saber a convivir y respetar al que no piensa como uno. Los individuos tolerantes son aquellos que antes que confrontar quieren aprender cómo piensan los otros. La aspiración central de estas reflexiones es como lograr creer y practicar la conseja del filosofo Voltaire”No defiendo tu opinión porque no la considero verdadera, pero defenderé a toda costa tu derecho a decirla”.

Vuelvo a mi amigo. Para quien escribe esta nota, quien ha pasado la mayor parte de la vida en una profesión como la diplomática que obliga a negociar y ser testigo de los innumerables resultados positivos que dejan las negociaciones hasta en los más complejos conflictos, es un absurdo pensar que en este país, no tenemos espacio para encontrar convergencias.

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