Todos los caminos conducen hacia el 4 de febrero
Decidir sobre qué hacer y cómo participar de la vida venezolana en estos tiempos de borrasca, no es nada fácil. Si la referencia es de corto plazo, bien que sería suficiente definirse uno como chavista o antichavista, y punto. Pero el riesgo no es magro. Ser chavista equivale tanto como a compartir las prácticas anarquistas y disolventes de quienes suman su coro al solista altisonante de Miraflores. No serlo planteaba hasta hace poco una suerte de adhesión implícita al «puntofijismo». Pero, si a ver vamos, ser puntofijista, dada la connnotación que al término le ha dado el mismo Chávez, es ser muchas cosas y quizás ninguna. El espacio histórico de la IV República es rico y plural en aciertos y en errores.
Mas, luego de Arias, el panorama como que se nos ha complicado. «Su» postura, pero aún más «su» disenso, le otorga un indiscutible aliento democrático al proceso. Sin embargo, ser antichavista sugiere ahora según Chávez la condición de contrarevolucionario, de enemigo del 4 de febrero. Y para los «arianos», a su vez, el chavista es el traidor al 4 de febrero. En otras palabras, unos y otros son y se dicen, los unos a los otros, «cuarto febreristas» y contrarevolucionarios.
Y, si así son las cosas, con Chávez o sin Chávez, todos los caminos nos conducen hacia el 4 de febrero. Así de simple. En todo caso, de ser el 4 de febrero, en lo adelante, el punto de inflexión y de «revisión», que intentará sacar al país del monopolio excluyente de «un» partido» a objeto de modernizar a la sociedad y comprometerla con la participación y con el ejercicio de una libertad responsable, afirmada en la desconcentración del poder, sin exclusiones odiosas, bienvenido tendrá que ser el 4 de febrero. Empero, si el 4 de febrero es la referencia de lo quiso ser y no fue, dado el fracazo de la insurgencia y las llamadas traiciones y contrarevoluciones, ¿acaso no es él sinónimo de ruptura, de quiebra institucional, de plenitud militar, de revanchismo, y de otros «ismos» que sin pasar todos por Cuba son igualmente extremismos y, por lo mismo, negadores de la convivencia democrática?