Tiempos definitivos
Estamos viviendo -¿y padeciendo?- tiempos decisivos. El miércoles la Asamblea Nacional debería concluir el proceso de elección de la directiva del Consejo Nacional Electoral. Decisión de importancia vital. Sin ella, no hay referendo revocatorio, ni elecciones generales, ni revocatorios regionales; ni aceptación y filtración de las firmas del “Firmazo”. Si no hay decisión , la responsabilidad pasa al Tribunal Supremo de Justicia, el cual suele ser sorpresivo en sus decisiones.
Esta semana también está en el ambiente legislativo la Ley de Responsabilidad Social de la Radio y la Televisión. El chavismo anda trabajando a toda presión para lograr la aprobación de esta ley porque la necesita para controlar la información mediática, que habitualmente lo perjudica simplemente porque no produce buenas informaciones un gobierno que fracasa y se equivoca, y para poder enfrentarse al muy probable referendo revocatorio y a cualquier otra consulta electoral con las menores posibilidades de información y de propaganda favorable a la oposición.
Más que en su articulado, el problema –y el grave riesgo- de esta ley está en su espíritu. Salvo detalles, esa misma Ley en manos de un Estado plenamente democrático, podría ser utilizable; en manos de un Estado que propende abiertamente a un sistema totalitario y con control absoluto, es un arma letal para controlar los medios y la libertad de expresión y de información. No sólo hay que oponerse a ella porque es un arma tremenda en manos de un gobierno que avanza hacia el autoritarismo profundo; hay que leerla y analizarla a fondo, cada ciudadano debe conocerla muy bien para que sepa a qué se está enfrentando.
Si se aprobase y se le pusiese el “Ejecútese”, la Ley de Responsabilidad Social de la Radio y la Televisión se convertiría en el verdadero “antes y después” de la democracia venezolana.
Tal vez sea por ambas decisiones por tomar que está en Venezuela de nuevo, a pesar de la ya larga inacción de la Mesa de Negociación y Acuerdos, el Secretario General de la OEA. Al cual, por cierto, se le acerca la fecha en la cual deberá presentar su informe final ante ese cuerpo sobre su misión y gestión de facilitación en Venezuela. Será interesante escuchar ese Informe Oficial.
También es cosa definitiva el acercamiento de la Venezuela chavista al estilo comunista, dictatorial y de control absoluto del país por el Estado, que agobia a Cuba desde 1959. Sin embargo, este acercamiento está yendo más allá de una tendencia ideológica. Chávez está convirtiendo a Venezuela en dependiente de Cuba en lo económico y lo cultural, paso previo a la dependencia social. Pudiera pensarse incluso que el Presidente lanza un nuevo Plan de Alfabetización para darle trabajo a unos cubanos y a través de ellos ingresos al gobierno cubano; puede asumirse tal cosa cuando recuerda uno el primer plan alfabetizador lanzado por Chávez con doscientos mil jóvenes (venezolanos) entrenados para alfabetizar y respaldos por un grueso presupuesto de bolívares de los de hace tres años, y cuando escucha las protestas por la existencia de miles de maestros criollos que están actualmente desempleados. El insólito programa importador de alimentos que mantiene el gobierno, utilizando a Cuba y a empresas cubanas como intermediarios, es absolutamente inexplicable y base para graves suspicacias, además del ya conocido y ampliamente criticado programa de suministro petrolero a Cuba.
Parece definitivo que el Control de Cambios es una acción netamente política, pues es difícil de creer que haya incompetencia tan enorme como para mantener al país más de cien días sin suministro de divisas. No tiene sentido, excepto que se concluya que ese control no es más que parte del presunto proyecto de destruir al empresariado privado actual en beneficio de un nuevo empresariado políticamente comprometido.
Y por si fuera poco, informa hoy El Nacional que el Ministro de Agricultura y Tierras considera necesaria la exención de impuestos a alimentos y pescados. Está bien, lo insólito es que –siempre de acuerdo a la información de ese diario- el Ministro “…se reunió con el Comandante General del Ejército, Jorge García Carneiro, para que gestione ante el Presidente Hugo Chávez la conveniencia de que no se cobre el impuesto en ciertos insumos.” O sea, que hasta para la política impositiva, y para que un Ministro logre llegar al Presidente, debe pedir el favor a los militares.
Tiempos mucho más definitivos que lo que parecen.