Opinión Nacional

Terrorismo, Chávez y el Chacal

La condición necesaria para que una acción violenta pueda ser definida como terrorista es su indiscriminación. Hay terrorismo cuando se fija como objetivo activar un artefacto explosivo en un lugar donde es probable asesinar de forma indiscriminada víctimas civiles inocentes. No hay terrorismo, en sentido estricto, cuando se ataca un cuartel de policía y, como “daños colaterales” no planificados, pueda haber víctimas inocentes. El objetivo del terrorismo es sembrar terror en la población en general, nadie debe sentirse a salvo. Todo terrorismo es cruel e inhumano, sin embargo hay diferentes grados de salvajismo. Para sembrar terror indiscriminado es suficiente una explosión en un lugar público, pero se puede tratar de reducir el número de víctimas haciéndolo en una hora de poca afluencia. En el reciente atentado en Madrid el objetivo planificado y evidente era asesinar el mayor número posible de víctimas.

Frente al terrorismo hay dos actitudes básicas. La primera, de raigambre humanista y cristiana, se fundamenta en la dignidad y centralidad de la persona humana y rechaza absolutamente el terrorismo como acción política legítima, cualquiera sea la causa por la cual se pretenda justificarlo. La segunda, de inspiración maquiavélico-marxista, se asienta en la tesis del que el fin justifica los medios. El propio Marx dijo: “para reducir, simplificar y concentrar la agonía de la sociedad burguesa no hay que un solo medio: el terror revolucionario”, esta actitud está enmarcada en la concepción de la violencia como “partera de la historia”, que tanto les gusta mencionar al presidente Chavez y a Lina Ron.

Esta actitud tiende también a deshumanizar al adversario, transformado en enemigo existencial, lo peor es que deshumaniza también a las víctimas inocentes, como niños u extranjeros totalmente ajenos al conflicto. Al respecto, recordemos que nuestro terrorista mayor el Chacal, confeso admirador de Osama Bin Laden, recientemente afirmó que “no hay víctimas inocentes del terrorismo”. Por tanto, simplemente por formar parte de la humanidad somos todos culpables de lo que a una banda de fanáticos se le ocurra calificar de injusticia. Ahora bien, el presidente Chavez termina su conocida y sibilina respuesta a la “solidaria” carta del Chacal, a quien se dirige como “distinguido compatriota”, con las siguientes palabras: “Con profunda fe en la causa y en la misión, ¡por ahora y para siempre!” ¿De qué causa y de qué misión le está hablando Chavez al Chacal?

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