Opinión Nacional

¿Teodoro, presidente del CNE?

La alta tensión en los eventos que se vienen
sucediendo en el país descansan en muy buena parte, a
que no se ha producido la deseable gestación de un
ambiente electoral vinculado a su vez esto último, a
la incapacidad de la Asamblea Nacional para la
selección de la directiva de un nuevo CNE.

La Sala Constitucional del (%=Link(«http://www.tsj.gov.ve»,»TSJ»)%), se avoca a elegirlos
con inobjetable fundamento en el artículo 336 numeral
7 (CRBV).

Aún cuando estamos persuadidos de que la injerencia de
las fuerzas políticas representadas en el parlamento
como integrantes de el comité de postulaciones
adultero el espíritu, propósito y razón de la articulo
296 de la (CNRBV) arrebatándole a la sociedad civil el
papel atribuido por dispositivo constitucional,un
mínimo realismo político nos obliga a admitir, la
inutilidad de quejarnos de lo que por ahora es un
hecho cumplido y que ha sido el causante de que se
difiriera y finalmente se frustrara el nombramiento de
los rectores electorales.

La brutal politización de la sociedad y la bipolaridad
extrema repartida en dos bandos- por lo demás
irreconciliables-, obliga a seleccionar una directiva
que sea presidida por un venezolano capaz de generar
en ambos polos la percepción de imparcialidad.

El nombre de Teodoro Petkoff- que varias semanas atrás
fue barajado por medios de prensa- para presidir
interinamente ese consejo(CNE), surge para este
momento de enloquecida crispación de la vida nacional
como una opción de lujo y garantía de confianza.

Es cierto que en Venezuela, es complicado por no decir
imposible el mantenerse en el «estado de gracia» de la
neutralidad, pero esa anodina temperatura no es
exigible ni siquiera necesaria para ser árbitro.

Roberto Olivo, el mejor umpire que haya tenido jamás
al béisbol venezolano,llegó a él por la fascinación
que le producía, y según se dice, tenía sus
preferencias por uno de los equipos del circuito: pero
nunca eso obstruyó su responsabilidad de ser
imparcial.

Paradójicamente- así es el grado de nuestra enfermedad
radical- que las virtudes que hacen de Teodoro un
excelente candidato para presidir procesos electorales
libres y deslastrados de suciedades e impudicias, es
decir su competencia, imparcialidad, no ser manejable
ni sugestionable por los bandos en conflicto, y su
comprobado desapego a la codicia de obtener y poseer
riqueza material, se convierten en el peor enemigo de
su escogencia.

Sabemos que Petkoff está dedicado con particular
pasión a dirigir y editar «TalCual», labor en la que
se encuentra muy a gusto y en la que ha conformado
junto a las personas que lo hacen una camaradería que
los relaciona como una familia.

Pero con independencia de lo que Teodoro al final
decida, la Sala Constitucional no puede de dejar de
considerar su nombre.

Seguros estamos, que la mayoría de la población en
cualquier lugar en que se ubique dentro del espectro
político, calificaría como un acierto y asumirá con
beneplácito su elección.

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