Súmate somos muchos
Desde que la naciente organización dio sus primeros pasos el proceso la identificó como uno de sus mayores dolores de cabeza. Súmate nació para realizar trabajos que le dieran sustento real a la democracia venezolana.
La primera labor que se asignó fue la de recoger, en su momento, las firmas necesarias para activar el mecanismo del referendo revocatorio del presidente de la nación.
Siguiendo al pie de la letra lo que prescribe la constitución de 1999 un grupo de venezolanos se dio a la tarea de recoger y ordenar las firmas necesarias que exige la Carta Magna.
Inmediatamente aparecieron los primeros indicios de poderes dependientes del ejecutivo. Tanto el poder judicial como el poder electoral se confabularon para inventar normas que hicieron muy tortuoso el camino a seguir.
De todas maneras, la sociedad civil llevada de la mano por la impecable organización de Súmate repitió el proceso de recolección de las firmas cumpliendo con todos los pormenores de los dictados del sesgado poder electoral.
Surgieron nuevos escollos. Se objetó que las planillas tuvieran los datos llenados por una sola persona y se descalificaron arbitrariamente cientos de miles de las firmas recolectadas.
Paralelamente, se manejaron los datos del Registro Electoral de forma vergonzosa pues se dieron por fallecidos numerosos ciudadanos que respaldaban a la oposición, se revivieron documentos de personas fallecidas que fueron suministrados a partidarios del proceso y se cambiaron las reglas establecidas sustituyendo el número de votos improbatorios necesarios por un referéndum entre partidarios y adversarios del proceso.
Nos resulta penoso narrar todos los pormenores de los subterfugios invocados por el poder electoral y respaldados por el poder judicial. Especialmente por el máximo tribunal de la república.
Entonces la Sala Electoral del TSJ dictó una sentencia que fue burlada y birlada.
El siguiente paso del régimen consistió en declarar delito al hecho de que Súmate recibió una donación de unos pocos miles de dólares que fueron empleados en dictar charlas de organización a la sociedad civil venezolana.
A estas alturas, nos resulta apropiado analizar las millonarias cantidades que recibió el partido que ganó las elecciones de 1998 y que fueron aportadas por dos bancos cuyos accionistas mayoritarios no son venezolanos.
Creemos que resulta muy cuesta arriba que organizaciones cuyos accionistas últimos son personas naturales, mayoritariamente españolas, contribuyan con cantidades muy significativas a financiar una parcialidad política venezolana, pero nos resulta más grave que todas esas contribuciones las hicieron los administradores de las sociedades a espaldas de las opiniones de sus accionistas.
Quizás nos resulte escabroso el tema de que bancos cuyos accionistas no son venezolanos intervengan en la política electoral de Venezuela, pero nos parece mucho más criticable que los administradores de una empresa tomen partido irrespetando el pensamiento y las ideas de sus accionistas.
Volviendo a Súmate. Venezuela, la Venezuela seria, tiene que dar gracias a Dios de que existe Súmate. Esta singular organización es celoso guardián de la democracia nacional y sus integrantes son motivo de orgullo para todos los venezolanos que quieren un país decente y de progreso.