Opinión Nacional

Sucre clava en Chile la espada de Dios

“Que país este amigos míos!, si alguna vez, lo que dios no permita ,los huracanes de la maldita política los arrancan de cuajo de la tierra natal, como me han arrancado a mi de la mía ,vengan a Chile para que gusten y vean las dulzuras de la hospitalidad”. (Presbítero Antonio José Sucre “A mis amigos de Colombia”, Santiago de Chile, 15 de noviembre de 1888)

Según las cartas de Guzmán Blanco a su esposa, tras la batalla de Apure a fines de 1872, las fuerzas revolucionarias conservadoras habían sido totalmente aniquiladas, y quién no estaba muerto estaba hecho prisionero, y quienes huyeron habrían sido víctimas de las torrentosas aguas del río Arauca y de los caimanes, sin embargo el presbítero Sucre, sobrevivió y huyo hacia tierras del sur específicamente a Chile donde se radico e hizo vida.

Tras un breve paso por Perú, Sucre enfila sus pasos hacia el país austral donde es recibido con efusividad, según lo señala el miembro más antiguo de la Academia de la Lengua y de la historia de Colombia, Monseñor Mario Romero en su libro Las diabluras del arcediano “Vencida la revolución azul a orillas del río Arauca, logró Sucre sacar el cuerpo a sus enemigos y se dirigió a las repúblicas del sur. Llegó a Chile en 1873 y allí fue recibido con efusiva cortesía”.

Respecto a sus comienzos en Chile revisamos lo que dice Monseñor Romero “Sucre ingresó a la congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María (Picpus), fundada por el abate Condrin en 1800 y aprobada por Pio VII diecisiete años después. La congregación se ocupaba de la adoración del santísimo sacramento, de la educación de la juventud y del apostolado. Cansado de una vida tan agitada, deseoso de domar un poco su índole naturalmente inflamable e impetuosa, pensó Sucre que quizá en la vida en común, con la práctica de la obediencia y del retiro del mundo en un país extraño, se le facilitaría la fidelidad a su vocación sacerdotal. Monseñor Navarro (Autor de “anales eclesiásticos venezolanos), dice que en la casa que tenía la congregación en Lima, figuraba Sucre con el nombre de “Padre Manuel”.No sabemos si Sucre comenzó su vida religiosa en el Perú o en Chile, en todo caso debió permanecer un tiempo en la Ciudad de los Reyes. En el colegio que dirigían en Santiago los corazonistas, enseñó gramática castellana e historia literaria. Cuarenta años antes había enseñado don Andrés Bello las mismas asignaturas en esa ciudad. Hemos anotado que Sucre en su magisterio bogotano enseñaba gramática por el texto del ilustre caraqueño .Con cuanta solicitud recogería los relatos orales sobre la vida de don Andrés en santiago!.”.

¿Qué opinaban los chilenos de Sucre?

Describir lo que hizo el presbítero cumanés en Chile daría para otro capítulo, por esta razón conoceremos la opinión que se formaron del sacerdote venezolano cuatro ciudadanos chilenos que lo conocieron y cuyos testimonio nos legó Monseñor Mario Romero en el libro “Las diabluras del arcediano”

Ramón Gutiérrez, el primer biógrafo de Sucre

“Primero, militar; sacerdote enseguida, y batallador siempre; hombre de espada y de pluma, tan temerario en los combates por la patria como audaz en las luchas por la idea; de voluntad de hierro y corazón de cera; de vehemencia impetuosa y de humildad franciscana, eso ha sido y es don Antonio José de Sucre, cuya inteligencia e ilustración poco comunes lo han colocado en el rango de los sacerdotes más distinguidos del clero de Chile y Sud América”.

Luis Francisco Prieto del Río, Autor del “Diccionario biográfico del clero secular de Chile, 1535-1918. Imprenta Chile. Santiago, 1922).

“Fue un sacerdote de carácter noble y caballeroso, de gran corazón ,servicial con sus amigos , de notable ilustración y predicador que se oía con agrado, aunque carecía de cualidades externas. Tenía carácter violentísimo y susceptible; pero, profundamente humilde, no trepidaba en dar satisfacción a los que ofendía en su cólera. Todos los que en Chile lo conocieron lo recuerdan con cariño.”
Rene Aravena Williams (Historiador)

“Todas las críticas que se hagan a tan relevante sacerdote en lo que concierne a su fogoso e iracundo carácter, sin duda alguna que se desvanecen ,primero, ante la pureza de sus costumbres, y luego, ante la extraordinaria cultura humanística y teológica que poseía. Estaba su alma adornada de un asombroso sentido de la virtud de la justicia, que era precisamente lo que inspiraba cada una de sus acciones ,todas ellas siempre al servicio incondicional de la patria y de los seres oprimidos , y por lo tanto , en contra de la tiranía rencorosa ,inhumana, vengativa”.

José Ramón Herrera Lira

“ Guardaré, y más que eso, practicaré siempre todas las enseñanzas y todos los consejos que de tanta utilidad me han de ser en la vida y que con tanto tino como cariño ha conseguido grabar en mi corazón” (José Ramón Herrera Lira fue hijo de Ángel Herrera y María del Rosario Lira, cuya familia acogió al sacerdote cumanés en Chile, de este matrimonio Sucre dijo : “Estos cónyuges ,tipo cumplido del matrimonio cristiano, me aman con todos los santos extremos de la caridad verdadera; me aman por amor de Dios, viendo en mi indigna persona a un ministro de Jesucristo nuestro señor, pobre ,desvalido, sin patria sin hogar..”, José Ramón fue un destacado ingeniero, de hecho una de sus grandes obras, el llamado Palacio Riesco fue declarado Monumento Histórico nacional de Chile en julio de 1992”.

¿Qué dijo Sucre de Chile?

¿Qué juicio se habrá formado el presbítero cumanés de Chile?,pues bien en una carta fechada el 15 de noviembre de 1888, específicamente “A mis amigos de Colombia”, escribe sobre el trato que le entregó Chile en su periplo por esta nación que comenzó en una primera etapa entre 1873 y 1888, y las última etapa en 1893, “ Si es tradicional, como muy bien lo dice , el cariño de Chile hacia los extranjeros ,ninguno como yo he sentido y gustado ese cariño en lo que tiene de más noble y delicado ;aquí he gozado y estoy gozando de una hospitalidad de muy buen quilate; la que saben dispensar las almas generosas al proscrito que lleva sempiterno luto en el corazón por su patria y por su hogar ,ya que la divina providencia lo priva ,quizás para siempre ,de lo uno y de lo otro. En Chile no hay ni puede haber animosidad de linaje alguno contra mí ¿De quién, por qué, y a quien? Nadie, absolutamente nadie, me obligaba dejar este suelo querido: habrá a los sumo ,entre mis conocidos, algunos a quienes mi ausencia les importe muy poco o nada ,pero los demás que son en gran número ,la sienten muy de veraz y no omiten esfuerzos para impedir lo que bondadosamente creen que es un mal para mí, porque miran las cosas con el lente de un afecto que se apreciar en todo su valor” .

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