Súbdito Imperial
No me atrevo a escribir sobre lo que hará Barack Obama: si será el mejor o el peor presidente, si prestará o no atención a Latinoamérica, si logrará enfrentar con éxito la crisis financiera de su país, si se reunirá y cuándo con esos dos exhibicionistas -uno peligroso y el otro fastidioso- que son
Mahmud Ahmadinejad y Hugo Chávez, y todos los etcéteras que ya analistas y especialistas de todo el mundo han vaticinado, mejor dicho, aventurado. Tampoco lloveré sobre mojado haciendo loas a la lección que el pueblo norteamericano le ha dado al mundo al elegir a un presidente que aquí sería
un mulato pero que allá es simple y llanamente negro. He recordado mucho en estos días la conversación entre un amigo ecuatoriano y su interlocutor neoyorkino hace algunos años. Este último se burlaba de lo efímeros que eran los presidentes en América latina y especialmente en Ecuador, el ecuatoriano le respondió: “nosotros los tumbamos pero ustedes los matan”. Formulamos
votos porque esa locura racista y asesina que subyace en una minoría lamentablemente activa de la población estadounidense, no acabe con la vida de este presidente que sin duda es el más histórico desde Abraham Lincoln.
Quisiera si resaltar las reacciones mundiales ante esa elección, precedidas por la crisis global que comenzó en los Estados Unidos de Norte América y se ha extendido por el mundo. Aún nos parece estar escuchando las fanfarronadas del Napoleón de Sabaneta cuando se develó el descalabro del sistema financiero norteamericano: aquí estábamos blindados porque teníamos dólares en bruto y además en bancos tan seguros y poderosos como unos de Rusia y otros de Irán y de China. Pero lo mejor no era lo bien que estaba Venezuela sino que presenciábamos el derrumbe del Imperio y de su obra más nefasta: el capitalismo. Por esos días se reunió en Caracas uno de esos congresillos a
los que vienen desenterradores del comunismo soviético tratados a cuerpo de rey, para conocer in situ las maravillas de la revolución chavista y hacer las alabanzas de rigor ante la generosidad de los anfitriones. El evento se anunció como un encuentro de los cerebros o inteligencias más brillantes del
socialismo continental. Uno de los invitados argentinos no encontró una manera más cortesana de halagar a su anfitrión que pontificar la única salida para la crisis de los EEUU: adoptar el modelo económico revolucionario del teniente coronel Chávez.
No es propósito de esta columna hacer burlas de países en situaciones difíciles pero es imposible dejar de registrar los descalabros que ha causado la crisis norteamericana no solo en la arrogante Europa del imbatible euro sino en los países que junto a Chávez iban a enterrar al Imperio y al capitalismo: China y Rusia. Lo menos que están pensando esas dos naciones en estos momentos es en despojar a los Estados Unidos de su condición de primera potencia, lo prioritario es salvarse del hundimiento que los amenaza ya que son pasajeros del mismo barco que todavía comanda el
odiado George W. Bush. El señor Zapatero presidente español, que desde su primera elección en 2004 no hizo más que descargar al presidente norteamericano para así desacreditar al derrotado Partido Popular y a su predecesor José María Aznar, ha estado suplicando casi de rodillas que Bush
lo invitara a la cumbre financiera global del 15 de noviembre en Washington. Bush se dio el lujo de mandarle a decir que España no pertenece al G-20 donde se agrupan solo las verdaderas potencias económicas. Al final el presidente francés Nicolás Sarkozy en un gesto piadoso, le ha cedido a
Zapatero su puesto porque él -Sarkozy- asiste como presidente temporal de la
Unión Europea.
Pero allí no queda la preeminencia del Imperio, basta con leer los mensajes de todos los gobiernos del mundo felicitando a Barack Obama por su victoria electoral para comprender que hay una distancia, no importa si es de un escalón o de un abismo, entre todos esos países y la potencia del Norte. No digo que eso sea lo mejor ni que debamos regocijarnos porque los EEUU sean primus inter pares y en la mayoría de los casos solo primus, apenas apunto una realidad. El mensaje enviado por Hugo Chávez, el guerrero que ha gastado miles de millones de petrodólares en armas para defender a la patria socialista de la invasión imperial, merece un análisis quizá psiquiátrico:
“En este día de esperanza para los estadounidenses, el Presidente Hugo Chávez, a nombre del Pueblo de Venezuela, expresa su felicitación al Pueblo de los Estados Unidos y al Presidente electo Barack Obama, por la importante victoria obtenida en unas elecciones que han centrado las expectativas de la opinión pública internacional. La elección histórica de un afrodescendiente a la cabeza de la nación más poderosa del mundo, es el síntoma de que el cambio de época que se ha gestado desde el Sur de la América podría estar tocando a las puertas de los Estados Unidos…….”.
Después del reconocimiento bastante servil de que Estados Unidos es la nación más poderosa del mundo, viene la guinda de la torta: esa nación se atrevió a elegir a un afrodescendiente porque hace diez años Venezuela eligió a un militar zambo y luego Bolivia a un sindicalista indígena. Quizá
el comunista argentino no estaba tan descaminado: ¿quién quita que la salvación del Coloso del Norte y el éxito de Obama estén en aplicar las políticas económicas, sociales, culturales, comunicacionales y militares del gobierno de Chávez? Y sobre todo su elegancia para tratar a los
adversarios.