Sólo unidad
Las elecciones legislativas del 26 de septiembre han resultado en una insigne victoria de la democracia y la libertad. Ese resultado se debió, por una parte, al deterioro objetivo del régimen, y por la otra al admirable ejercicio de unidad, disciplina y desprendimiento de una oposición democrática conducida por partidos políticos regenerados. Luego de la mayoría de 52 por ciento alcanzada en la votación popular global por la MUD y el PPT sumados, el mundo entero sabe que en Venezuela ha ocurrido un cambio cualitativo.
El mandatario reacciona en forma agresiva e irracional ante una nueva realidad que por los momentos se niega a reconocer. Sin embargo, su entorno parece estar asimilando la situación con mayor realismo y mayor sentido autocrítico y rectificador. En contra de un núcleo de burócratas y “focas” inmovilistas, se yerguen dos corrientes chavistas críticas: la una inclinada al diálogo con la oposición política y el sector económico privado, y la otra de carácter utópico ultraizquierdista que exige “radicalizar el proceso revolucionario desde abajo”, combatiendo a la burocracia y el culto de la personalidad.
Para la exitosa oposición democrática, la lección fundamental aprendida en estos días es la importancia de mantener y consolidar una Unidad férrea hacia adentro pero abierta hacia fuera. Internamente hay que seguir por la vía emprendida: un solo bloque sin fisuras, defensor del resultado electoral del 26-S, y decidido a avanzar con candidatura presidencial única y un programa común de gobierno alternativo. Hacia afuera, las puertas deben estar abiertas para acoger a contingentes de buena fe disidentes del oficialismo, y así ampliar y universalizar cada vez más el movimiento.
Todos los demócratas, tanto los ubicados a la izquierda del centro como los de centroderecha, tienen en común el apego firme a la libertad política, al pluralismo y al respeto por todos los derechos humanos. Después de 2012 como en la actualidad, pueden seguir coincidiendo en propósitos y tareas de consenso, y sobre todo en la defensa de la libertad contra cualquier zarpazo totalitario. Las naturales divergencias entre “polos” –socialdemócrata el uno y conservador el otro- podrán adquirir relevancia en una futura democracia ya consolidada, pero en la actual etapa histórica debemos enfatizar sólo lo que nos une.