Sólo Carlos Rangel los entendió
Leyendo el artículo de Martha Colomina -Chávez al Oleo- publicado en el diario El Universal el pasado domingo 10 de marzo de 2002, recibí la enésima evidencia de que no existe en nuestro país, una verdadera comprensión sobre qué es lo que realmente hace funcionar a los marxistas venezolanos. Sólo el insigne intelectual caraqueño Carlos Rangel, los entendió -dejando afortunadamente para las futuras generaciones- dos libros que nos lo explican con toda claridad: Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario (1975) y Marx y los Socialismos Reales (publicado póstumamente en 1981 por su viuda Sofía Imber).
Siguiendo la lapidaria frase de que nadie es profeta en su tierra, hasta ahora -lamentablemente- ningún venezolano ha continuado su obra; pero tres latinoamericanos -afortunadamente- han revivido su memoria; y lo más importante, su pensamiento. Me refiero al colombiano Plinio Apuleyo Mendoza, al peruano Alvaro Vargas Llosa (hijo de Mario) y al cubano Carlos Alberto Montaner, quienes co-autoraron dos excelentes libros sobre la realidad venezolana e íbero-americana: Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano (1996) y Fabricantes de Miseria (1998). Dijo Carlos Rangel:
¿Se puede ser genuinamente marxista sin haber leído siquiera el más elemental texto de Marx?
La aguerrida periodista y profesora universitaria Martha Colomina, en el artículo al que hice referencia arriba, nos da una serie de muestras del comportamiento «fascista» de los chavistas; entre ellas, que cuando Lina Ron dijo «universidad, guarida de oligarcas» lo que estaba haciendo era cambiar levemente «por obvias razones» -dice ella- una de las frases favoritas del fascismo: «universidad, guarida de comunistas».
Colomina no necesitaba regresar tantos años en el tiempo ni trasladarse tan lejos geográficamente para hallar las raíces del intolerante y totalitario comportamiento chavista; sólo tenía que recordar la forma como México y Cuba se unieron «como un sólo hombre» para sacar, apenas la semana pasada, -y a patadas- de la sede diplomática mexicana en La Habana, a 21 ciudadanos cubanos que usaron un autobús para romper la cerca de la embajada azteca en su búsqueda -no de un asilo diplomático- sino de una vía de escape a la miseria que el marxismo ha producido en la Perla del Caribe.
El aparentemente incomprensible comportamiento mexicano, que le ha causado profundos dolores de cabeza al Presidente Vicente Fox, se explica cuando conocemos que el actual jefe de la diplomacia mexicana, el Canciller Jorge Castañeda, es el autor de una de las tres biografías del Che Guevara que fueron publicadas en el trigésimo aniversario de su muerte (1997), a la cual tituló: Compañero.
Esta aparente incomprensión por parte de la intelligentsia venezolana de sus compatriotas marxistas, tiene una razón de ser: toda ella proviene de la izquierda, no hay uno sólo de sus miembros que no haya sido seducido por la Revolución Bolchevique, por alguno -o varios- de los numerosísimos intérpertes de Marx, -desde Lenín hasta Frantz Fanon-; o por la Revolución Cubana; y en el fondo, confirmando el criollo refrán que reza: en rastrojo viejo siempre quedan batatas, son instintivamente antiimperialistas, según la definición izquierdista del término.
Tan anti-imperialistas son, que muy pocos de ellos hablan Inglés, y mientras más canas pintan sus sienes, más fluído es su Francés y más abundantes los galicismos y latinismos con los que adornan sus escritos y discursos. Lógicamente, siendo eminentemente vanguardistas y humanistas, su referencia de barbarie es una sóla: el fascismo. Ni siquiera los masistas, que comenzaron su rompimiento con el Partido Comunista de Venezuela, cuando la Unión Soviética re-invadió a Checoeslovaquia en agosto de 1968, están libres de esta influencia, que no ha permitido en Venezuela la existencia de partidos políticos de derecha.
Pero la aguda sentencia de Carlos Rangel, se yergue como un monolito tallado en el más formidable de los mármoles, cuando se trata de entender a los marxistas criollos: «Se puede ser genuinamente marxista sin haber leído siquiera el más elemental texto de Marx». Es decir, que las masas marxistas venezolanas, son esencialmente movidas por la ignorancia, y son comunistas porque han sido engolosinadas por los simples -muy simples- planteamientos del marxismo -como sabiamente también sentenció Carlos Rangel- , y es que cualquiera puede entenderlos y asimilarlos.
La academia marxista venezolana -a diferencia de las masas- adolece de un mal adicional: 40 años de oposición la ha llevado a sentirse conforme -y hasta satisfecha- sólo con las formas. Conformismo y satisfacción que la ha convertido en totalmente incapaz de materializar sus ideas. Existen abundantes evidencias de esto. Una de las pruebas más patentes, es la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, y lo que han hecho de ella los chavistas, una vez en el poder.
Teniendo kilómetros y kilómetros cuadrados de anaqueles repletos con las evidencias de las trabas gubernamentales y partidistas que les impidieron durante los pasados 40 años llegar al poder -tanto por la vía de la insurrección armada, como por la vía democrática- se dedicaron a convertir en normas «de rango constitucional» a toda una serie de derechos, garantías y controles a la burocracia, a los partidos y a los gremios y sindicatos; que les permitiese convertirse -una vez aprobada la carta magna- en una formidable…. ¡¡¡ OPOSICION !!!.
Están tan mineralizados en la cultura de la oposición, que desde el poder, cuando observan que los anti-chavistas utilizan SUS herramientas constitucionales para exigirle al gobierno que gobierne y a los otros cuatro entes del poder público nacional que cumplan con sus responsabilidades constitucionales, se comportan ¡¡¡ PEOR !!! que el más reaccionario de los gobiernos de Acción Democrática o Copei. Desde el uso de la mentira sistemática hasta los fraudes electorales; desde el abandono del pueblo una vez ganadas las elecciones, hasta la descarada corrupción administrativa, han sido copiadas -y repotenciadas- por los chavistas que redactaron su Constitución para precisamente acabar con esas prácticas. ¿Pero cómo hacerlo? ¡Esa es tarea del Estado!… y la de ellos… la de hacer oposición.
Lo único nuevo, es que, aún siendo gobierno, se comportan, ratificando lo que afirmo, como si fuesen un partido de oposición. Eso es lo que hay detrás de sus constantes contra-marchas y sus ataques a la Iglesia, a los medios de comunicación, y a toda manifestación de la sociedad civil organizada. Desde Fedecámaras y la CTV, hasta el Ombudsman de El Nacional. Y lo hacen a cada rato, porque ahora tienen dinero a manos llenas…
Es un error pues, llamar fascista al comportamiento totalitario e intolerante de los chavistas. Debería más bien, ser adjetivado como lo que es en realidad: stalinista, maoísta, polpotiano, fidelista u orteguista (por el de Nicaragua), y quizás también, FARCsiano, ELNeniano, ó forosanpaulista; ideologías a las cuáles -sin duda- está muy ligado el chavismo. Es más, llamémosle chavismo a secas, porque ya su antisocial proceder está siendo -lamentablemente- tomado como ejemplo, por personas e instituciones, distintas al chavismo, tanto en Venezuela, como en otras latitudes. Y para quienes han aceptado el término de fascimo fuzzy acuñado por Umberto Eco, recuerden que el italiano tiene tallado a Musolini en sus neuronas por haber sufrido en carne propia sus excesos, pero eso tampoco tiene algo que ver con el chavismo.
El actual desastre en el cual los chavistas han sumido a Venezuela -y que será profundizado, sin ninguna duda, mientras se mantengan en el poder- viene de un comportamiento pavloviano, del politburó chavista que El Nacional, divide en su edición del domingo 10 de marzo, en «Garibaldistas» y «Adinianos» por los grupos que lideran respectivamente, Jorge Giordani y Adina Bastidas.
Durante sus 40 años de oposición, los hoy chavistas, protagonizaron miríadas de acciones de protesta, foros, simposios, actos culturales, convenciones nacionales e internacionales, fundacción de movimientos clandestinos y partidos políticos legítimos, campañas electorales, y muchas otras actividades… QUE NUNCA LLEGARON A NINGUNA PARTE… Todas las organizaciones políticas de los hoy chavistas, SABIAN DE ANTEMANO QUE ESAS ACCIONES NO IBAN A LLEGAR A NINGUNA PARTE.
Pero se sentían conformes y hasta satisfechos con haber «participado en algo»; con haberse expresado en la calle -violenta o pacíficamente- o con haber escrito «profundos» análisis de la realidad venezolana, como los modelos económetricos de Jorge Giordani que recientemente citó el general Guaicaipuro Lameda, y que nadie más que él ha leído; así como muchos otros que yacen amarillentos y entelarañados en las bibliotecas y despachos de las universidades públicas de Venezuela.
Desafortunadamente no recuerdo en estos momentos, el nombre de un agudo articulista venezolano, que al reseñar las más recientes convenciones anuales de la Internacional Socialista y del Foro de Sao Paulo, las describía más o menos así: «Por enésima vez fueron pronunciados los mismos discursos anticapitalistas y pro-tercermundistas que ya se sabían de memoria todos los que escuchaban. Por enésima vez, fueron presentados los mismos documentos y los mismos estudios sociales, que luego de ser analizados y debatidos «profundamente», llegaron a las mismas conclusiones a las que han llegado siempre.» .
Por las razones antes expuestas, es que ni uno sólo de los planes chavistas ha funcionado -ni funcionará-. Para ellos es suficiente con enunciarlos y leerlos entre ellos. Es lo que han hecho siempre -y lo que seguirán haciendo- Será así, porque no tienen NPI* de como convertirlos en realidad. Jamás han participado en un proceso constructivo, ni llevado a la práctica uno sólo de sus proyectos. Sólo saber ser chavistas ; es decir, stalinistas, maoístas, polpotianos, forosanpaulistas, FARCsianos, etc..
Nota:
*NPI palabrota de origen español.