Opinión Nacional

Soledad, ¿terrible enfermedad?

Cuan difícil es definir si el hombre, y naturalmente su querida compañera la mujer, aprecian o desprecian la soledad. Mucho más difícil es determinar si ello constituye una condición, una percepción o una enfermedad. La mente, ese recurso que creemos es único de la raza humana, es la que decide si nos encontramos ante una situación de soledad y si somos capaces de aprovecharla o de deplorarla. Los animales aprecian una actitud cariñosa o contraria. 

         Existen personas afortunadamente productivas cuando enfrentan la soledad. Todo aquel que tiene actividades creativas, pintores, escritores, poetas son magníficos ejemplos de personas que aprecian la soledad que les permite desarrollar su inspiración y plasmarla en un lienzo, en un pedazo de papel o en la pantalla de su computadora.

         La creatividad tiene una magnífica amiga en la soledad. También es importante la soledad cuando pensamos en la actividad científica. Investigadores, proyectistas, planificadores, tienen que reservar su atención para que les permita imaginar el camino a recorrer.

         Quienes habitan las zonas rurales del mundo son personas que están inmersos en situaciones cercanas a la soledad. La pareja y los hijos copan su escenario.

         En el mundo, pensamos, existen ejércitos de personas que aparentemente están acompañados pero están plagados de soledad. La soledad los abruma, la soledad les retumba, la soledad los tiene enfermos.

         En muchos de estos casos, el individuo, y nunca la palabra individuo tiene mejor aplicación, la soledad puede estar difuminada tras aparentes compañías que no satisfacen a quien se encuentra mentalmente solo. Relaciones forzadas, grupos no apreciados, fiestas de interés contrapuesto, son escenarios donde el individuo se encuentra y desaprovecha el entorno que lo rodea.

         En estos tiempos se comenta que los teléfonos inteligentes son un artefacto que permite a quien lo usa, que se comunique con quien quiera, donde quiera y a costos bajísimos, Más cuando vemos a alguien utilizando uno de estos adminículos mientras está entre un grupo de amigos, nos viene a la mente una expresión recién acuñada: “Los teléfonos inteligentes acercan a quienes están lejos y alejan a quienes tenemos a nuestro rededor”. Las redes sociales, en boga en estos tiempos, bien utilizadas, son buenos escenarios donde se combate la soledad.

         Las relaciones estables pasan naturalmente por diversas etapas. La aproximación, la conquista, la pasión, la convivencia. Más, actitudes cercanas al egoísmo pueden hacer florecer, como hierba mala, a la soledad y su terrible consecuencia, la depresión.

         Un ámbito frecuente de la soledad es la vejez. Cuando nos hacemos muy mayores empezamos a perder el antídoto fundamental de la soledad que está constituido por nuestra apreciada colección de amigos. Estos son, a nuestro entender, la porción de nuestros activos que tiene el mayor valor. Por eso decimos que un gran amigo vale más que todos los millones.

         La soledad puede ser combatida con preparación. Las sociedades pueden preparar e inducir a sus elementos para que adquieran hábitos que contrarresten las deplorables consecuencias de la soledad. Las grandes empresas que tienen a sus trabajadores como personas importantes que trascienden a sus años laborales, dedican tiempo, dinero y esfuerzos para que quienes van a  jubilar y en consecuencia deben abandonar sus puestos de trabajo en plazo breve, adquieran recursos sustitutivos que combatan al ocio inútil y en consecuencia la soledad.

         La civilización occidental le da, en nuestra opinión, un trato discriminado de género a quienes pueden ser víctimas de la soledad. Nos referimos a la viudez.

         Cuando desaparece uno de los miembros de una pareja estable que han convivido por plazos importantes, se presentan situaciones muy distintas en función del sexo del superviviente.

         A una señora viuda, la sociedad le ha inducido una serie de actividades y situaciones que las señoras aprecian y donde se refugian productivamente. Los nietos, las labores hogareñas, hasta el simple chismorreo sano, son maneras inteligentes de llenar el tiempo y el vacío.

         A un caballero viudo, en general, la viudez le sucede en fecha cercana al retiro laboral. El hombre viudo se encuentra en un escenario de soledad grave.

         Roguemos porque quienes nos rodeen, comprendan que de una productiva soledad se puede llegar a una soledad absolutamente indeseable. Agradezcamos a nuestra familia, a nuestros amigos de verdad y a nuestras actividades.

 


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