Socialista no es
Ciertos respetados intelectuales con antecedentes de izquierda -primero comunistas y después socialistas democráticos-, crean confusión y prestan ayuda a la derecha restauradora, cuando arremeten rabiosamente contra el “socialismo”, igualando ese término con el de “chavismo” y otorgando a nuestro autócrata expropiador un implícito certificado de “socialista de verdad”. Con tales “adversarios”, Hugo Chávez no necesita amigos.
En caso de que los mencionados intelectuales conserven alguna intención de diferenciarse de la derecha y de mantenerse dentro de lo que denominamos el “Polo Socialdemócrata”, deberían reconocer que el régimen chavista, sobre todo en su actual fase descendiente, no tiene nada de auténticamente socialista y que el desastre venezolano (al igual que los fracasos soviético y cubano) de ningún modo invalidan al socialismo como causa noble y valedera, sino sólo son ejemplos del fracaso del colectivismo estatista o capitalismo de Estado llevado a grados extremos mediante la aplicación de fórmulas políticas inspiradas en el estalinismo y en el fascismo de izquierda.
El estalinismo es una deformación monstruosamente autoritaria de la doctrina de Carlos Marx quien fue un socialista auténtico, defensor firme de la democracia interna del movimiento obrero y enemigo de todo dictatorialismo o vanguardismo en su seno. En cuanto al fascismo de izquierda -sociológicamente vinculado a pequeños burgueses rabiosos y retrógrados, y al militarismo- , es el ala del fascismo que no firmó pactos con oligarcas modernos sino añora a los del pasado.
El único socialismo verdadero es el socialismo democrático. Según G.D.H. Cole, “socialista” incipiente es todo aquel que prioriza el bienestar social por encima del individualismo egoísta y el afán de lucro, a la vez que piensa que la transformación progresista de la sociedad debe ser impulsada desde abajo por los productores y no por élites autoritarias. El socialismo democrático, cuya expresión política es la socialdemocracia, nada tiene que ver con programas de nacionalización integral, planificación centralista, o supresión de los mecanismos del mercado, sino se expresa en la progresiva creación de sociedades cada vez más democráticas no sólo en lo político sino también lo económico y lo social. Sociedades en la cuales la libertad y la equidad s coexistan plenamente. Donde los anhelos mayoritarios de los trabajadores manuales e intelectuales y de los sectores de ingreso medio predominen substancialmente sobre intereses privilegiados que poco a poco, sin violencia, se plegarán a cánones de mayor igualdad. Sociedades como algunas que han comenzado a florecer en Europa del Norte. El socialismo (democrático) es ese rumbo siempre abierto y carente de límites prefijados, y es el único socialismo auténtico. Flaco servicio se le rinde cuando se denuesta al “socialismo” como presunta hechura de Castro y de Chávez.