Opinión Nacional

Socialismo para las misiones

“No se puede ser la mitad bueno” – L. Tolstoy

Se ha declarado la República Socialista con un nuevo tipo de ideología, lo cual nos lleva a pensar que el pregonado “socialismo del SXXI”, del presidente Hugo Chávez, debe ser “bolivariano”, lo cual no deja de tener implicaciones matemáticamente humorísticas, pues Simón Bolívar era Liberal: Creía en la mano invisible, en la libertad de comercio, en la libertad económica e individual y su lucha fue, precisamente, para preservar, en algunos casos, imponer en otros, esos valores.

Socialismo, de acuerdo con el manual de los “corta palos” del país del más allá creado por Disney, es todo lo contrario. Sin embargo, acá se nos impone un socialismo que ni aún sus mentores saben como será, a pesar de los continuos viajes a La Habana a pedir consejos y directrices, que de paso se pagan con un poco de petróleo por aquí, un banco por allá, comidita acuyá, ropita (por fin los cubanos tendrán “blue jeans”). Claro, si yo quisiera crear socialismo en alguna parte jamás iría donde el decrépito Castro, quien lo único que puede mostrar son fracasos y más fracasos en todo terreno. Digamos fracasos 4×4: en economía, política, sociedad y educación (han visto tipos más mal educados que los médicos cubanos “helmano…”
¿Quién les enseñará socialismo a las misiones chavistas? ¿Los militares cuya única práctica fue matarlos en la montaña? ¿Los del MVR cuya única ideología es decir ¡Uh Ah, Chávez no se va! Y para lo cual tienen que poner en funcionamiento todos su millones de neuronas?
Ayudemos. Socialismo, compatriotas, es una doctrina teórica y práctica que consiste, según mi amiguito Karl Marx, en poner los medios de producción en manos del trabajador. Ojo, del trabajador y no del Estado. Por lo tanto tienen que aprender primero qué es un medio de producción y diferenciarlos, además, dentro de todo el concepto social de propiedad privada.

Marx decía que la propiedad privada no podía pasar a manos de los trabajadores mientras ellos no entendieran el valor de ese concepto y, atacaba, furiosamente, a los revolucionarios (y también “robolucionarios”, porque de todo hay en la viña del Señor) y los tildaba de “comunistas salvajes y brutos” que al final del día se transformaban en enemigos del socialismo. Y es por eso que corre el cuento que cuando en el último gabinete de un país de sueños se acordaba expropiar todos los medios de producción, un ministro dijo: “Bien, hemos expropiado los gallineros colgantes de la Babilonia caraqueña, hemos expropiado las cochineras, los mataderos, las fábricas de helado, etc. Ahora propongo que se expropie el atún”; el Ministro, que aún no había hablado, salta de su silla y grita: “Momento, compatriotas, revolución es revolución y con mis pescaditos no se mete nadie. Bueno Diosodando”, dijeron todos al unísono…

El socialismo, como anécdota verdadera, siempre ha aupado al anarquismo, por eso no hay que extrañarse, compatriotas, que todo salga mal, que Pdvsa no funcione, que los hospitales no funcionen, que las escuelas no funcionen, que las pensiones no funcionen, que el alto gobierno no funcione… No se enojen, eso es así. Eso se llama socialismo real. Pidan un pasaje para Cuba y compruébenlo por ustedes mismos. El día que funcione algo, ¡ojo!, eso deja de ser socialismo y ustedes se transformarán en traidores a la patria. No crean que el Estado deba ser el dueño de todo. Eso es capitalismo de Estado, lo cual es otra cosa…-

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