Socialismo es Comunismo
Para analizar el desempeño de las dictaduras hay que analizar a los dictadores. La voluntad, el capricho y la salud (física y mental) de quien manda son elementos imprescindibles para conocer las intenciones de un régimen dictatorial. En estos sistemas, la Constitución y las leyes no dejan de tener su importancia simbólica pero la última motivación de la máquina gubernamental es el interés del dictador y de los privilegiados que representa.
Por ello, cuando se habla de lo que pasa en Cuba, se vierten tantas palabras sobre los gestos, las ausencias y los intestinos de Fidel Castro. Es triste que todo un país, para bien o para mal, penda de la vida de un caudillo. Esto constituye una de las mayores contradicciones del socialismo, que dice buscar la igualdad de todos. Tal protagonismo del jefe recuerda el tiempo de los reyes absolutistas que basaban su poder en el derecho divino.
Que el socialismo real haya degenerado en el poder único y total de un líder es un verdadero escándalo, que no deja de serlo porque se haya repetido muchas veces en la historia. En el caso de Cuba, es todavía aún más vergonzoso que tal poder haya sido heredado por un hermano del líder.
Pero, sin las tareas cotidianas de gobierno, Fidel Castro continúa hablando. Para los intelectuales que le sirven de altoparlante en el mundo su palabra sigue siendo válida. Ninguno de los gobernantes que lo admiran ha desechado sus artículos de prensa o intervenciones televisivas como expresiones de un loco senil o lapsus de lucidez de un enfermo de Alzheimer. Todo lo contrario, Oliver Stone o Ignacio Ramonet y Hugo Chávez o Evo Morales siguen atendiendo su discurso como si fuera la verdad revelada.
Chávez no ha cesado de elogiar al líder máximo y de felicitarse por su salud. No deja de anhelar su compañía, a pesar de que su visita a veces no sea aceptada en la isla (como sucedió en el último aniversario del 26 de julio) y fue sustituida por el hombre de las tinieblas venezolanas y codestructor de Pdvsa, Alí Rodríguez.
Por todo lo anterior, la respuesta dada por el jurásico comandante a Vanessa Davies, como parte de una selecta representación periodística gobiernera (de la cual formaba parte el risible Izarrita, el ideólogo Mario Silva y el perdonado Walter Martínez) que lo entrevistó, cobra la mayor importancia. Ante la pregunta de Davies: “¿Qué es para usted el socialismo del siglo XXI?”, Castro respondió, sin ninguna duda: “Es el comunismo”.
No consideró Castro que algún adulante del caudillo criollo pudiera proponer que él fuera interpelado en la jaula de las focas, como hicieron con el cardenal Urosa por decir lo mismo. Quizás alguna de ellas piense, ahora sí, que mejor sería hablar de los millones de kilos de comida podrida y no del comunismo prometido.