Socialismo conservador
Aunque parezca un oxímoron, posiblemente sea el de Socialismo conservador el calificativo que mejor se le ajuste a la propuesta política encabezada por el Presidente Chávez. Una retahíla de ideas sacadas de los más añejos manuales Marxistas, aderezadas con una impresionante ración de moralina y una apuesta por un ultranacionalismo chovinista que raya lo ridículo, casi calcadas de lo más reaccionarios movimientos derechistas de todos los tiempos. Y es que si seguimos la cartilla de Marx y su dialéctica materialista, ese modelo está condenado al fracaso como consecuencia de sus contradicciones internas.
El uso y abuso de cierta iconografía pseudoreligiosa con la única intención de crear una conexión artificial con las masas no es cosa nueva, pero en el pasado solo la derecha empleaba estos recursos alienantes. Esa necesidad de conexión con las masas, lleva al presidente Chávez a declararse cristiano, budista, musulmán o santero dependiendo de la audiencia que tenga en frente. La manipulación histórica, para convertir a Cristo en socialista, al igual que al semidiós Venezolano Bolívar, no son más que intentos de llegar al pueblo. Un verdadero gobierno de izquierda debe ser laico, y no utilizar los símbolos religiosos para la manipulación, y al mismo tiempo garantizar la libertad de cultos y la no preferencia por ninguna creencia.
El machismo rampante de esta aberración ideológica es otra de sus horribles cicatrices. Una doctrina que disminuye y humilla a la mujer como el socialismo del siglo XXI no puede ser denominada izquierda. Aquel famoso “Marisabel, esta noche te doy lo tuyo y ¿Te acuerdas de aquella noche en el Volkswagen?” durante una cadena nacional pasará a los anales de la historia como una de las mayores muestras de desprecio y hacia el género femenino en la Venezuela moderna. Igualmente el Vergatario es un monumento inalámbrico al machismo y al mal gusto.
Del mismo modo, al referirse a las películas y series, la moralina vuelve a entrar en acción. Su posición recuerda mucho a la de Francisco Franco, el “caudillo de España por la gracia de Dios” y “restaurador de la moral y el derecho”. El caso donde se censuró a la serie Los Simpsons, fue un vergonzoso ejemplo de la incapacidad gubernamental de digerir una aguda crítica social (para más INRI, dirigida a los Estados Unidos) y confundirla con inmoralidad.
Y por último tenemos la más clara seña de la vena reaccionaria de este gobierno pseudosocialista: El empleo indiscriminado y a mansalva de la política del miedo. Cuando Adolf Hitler achacaba todos los males de Alemania a los judíos, y los señalaba como amenaza inminente de una imaginaria destrucción de su nación, el miedo caló en los huesos de las masas. George W. Bush también empleó esta política aprovechándose del colapso nervioso de la nación norteamericana después del 9/11, coartando las libertades del pueblo y manipulando la opinión publica a su antojo. Del mismo modo vemos al presidente Chávez, agitando la bandera del magnicidio sin presentar prueba alguna. Y aún peor, cuando narra escenarios de segura guerra civil en caso de una derrota electoral. Su mentira quedó en el aire, se ganó el 2D, se ganaron Gobernaciones y no pasó nada.