Opinión Nacional

“Socialismo Bolivariano” es un Imposible Oxímoron

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define a la palabra oxímoron, como: “Combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido; p. ej., un silencio atronador”—y como la combinación de las palabras Socialismo y Bolivariano, no originan ningún nuevo sentido, porque una palabra aniquila totalmente a la otra—esa expresión usada insistentemente por los denominados chavistas, es un imposible oxímoron.

El Socialismo moderno o actual, está clarísimamente definido en el escrito de Karl Heinrich Marx y Friederich Engels; de 1848, titulado: El Manifiesto Comunista, el que comienza afirmando que la historia de todas las sociedades existentes es la historia de las luchas entre clases, e informa que el objetivo final del socialismo es la dictadura del proletariado—definiendo a este último como a la clase social conformada exclusivamente por los trabajadores industriales, que no poseen ni capital ni propiedades y se ven obligados a vender su mano de obra para sobrevivir. [clase social conformada por “hombres-masa” u hombres que sólo piensan y actúan “colectivamente”] También dice ese escrito: “la característica distintiva del Comunismo no es la abolición de la propiedad en general, sino la abolición de la propiedad burguesa”—definiendo a la burguesía, como a la clase media (en medio de la realeza y el proletariado), cuyas opiniones políticas, económicas y sociales, son determinadas principalmente por los valores de sus propiedades y la respetabilidad convencional.

Esas concepciones del socialismo, lo conducen a la estatización de todos los medios de producción—acción que los socialistas contemporáneos disfrazan llamándola “nacionalización”—mediante cuya acción; el “Estado” se convierte en el dueño absoluto de toda la actividad económica de una nación, con la intención de destinar los bienes y servicios producidos por el Estado a satisfacer “gratuitamente” todas las necesidades del proletariado.

Cuando una sociedad se organiza político-económicamente bajo esos principios socialistas no tiene respuestas para las preguntas que nos hiciera Albert Einstein en su artículo sobre el socialismo de 1946: ¿Cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante?… ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de esa burocracia?—diciéndonos de esa forma—sin insultarnos—“si a mi, que poseo el nivel de inteligencia humana más avanzado del planeta me resulta extremadamente difícil hallarle soluciones a esas interrogantes, ustedes, comunes mortales, nunca serán capaces de hallarlas”—es decir, que todo socialismo culmina en alguna forma de régimen anti-democrático, sin ningún respeto por los derechos humanos de los individuos.

Por otra parte; la historia registra como “Padres del Liberalismo” a cuatro personas: Lajos Kossuth (1802-1894) Reformador político que inspiró y dirigió la lucha de Hungría por independizarse de Austria. Giuseppe Mazzini (1805-1872) Propagandista y revolucionario genovés, fundador de la sociedad revolucionaria secreta Joven Italia y líder del movimiento por la unidad de Italia llamado Il Risorgimento. Johan Rudolf Thorbecke (1798-1872) Destacado líder político holandés, quién como Primer Ministro (1849-53, 1862-66 y 1871-72), consolidó el sistema parlamentario creado por la constitución de 1848; y a Simón Bolívar (1783-1830)—de quien no necesitamos enumerar sus logros.

La Enciclopedia Britannica define al Liberalismo, de la siguiente forma: “El Liberalismo es la culminación de un desarrollo que se remonta hasta los profetas hebreos, las enseñanzas de los filósofos pre-socráticos y al Sermón de la Montaña, de todos los cuales emergió la importancia de la individualidad humana, de la liberación del individuo de la completa servidumbre hacia el grupo, y la flexibilización de los apretados cepos de la costumbre, la ley y la autoridad. A través de mucho de su historia, el hombre, como individuo ha sido supeditado al grupo. Su emancipación como individuo puede ser entendida como un logro único de la cultura occidental, quizás su mero símbolo. Si esto es así, el Liberalismo entonces en un sentido importante, es inseparable de la lucha del hombre por la conquista de la libertad; porque el liberalismo en su sentido más amplio, busca proteger al individuo de las restricciones arbitrarias externas a sí mismo que no permiten la total realización de sus potencialidades.”

Esas características del liberalismo—que están reflejadas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada por ONU en 1948—es una antítesis del socialismo.

De igual manera, la concepción económica del Liberalismo, se basa en los descubrimientos hechos por el pensador escocés; Adam Smith, (1723-1790), que están magníficamente resumidos en la introducción del Editor (Random House, Inc.) en la edición de 1994 de su obra cumbre titulada: Una Indagación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones, que textualmente dice:

“Atacando al sistema mercantilista, Smith argumentaba a favor del libre comercio e industria; y en su más celebrado pasaje afirmaba los ultimadamente benevolentes efectos del auto-interés económico; según el cual, el individuo ‘ni intenta promover el interés público, ni sabe en cuanto lo está promoviendo… él sólo intenta su propia ganancia; y en esto él es, como en muchos otros casos, dirigido por una mano invisible a promover un fin que no era parte de su intención… Pero al perseguir su propio interés, él frecuentemente promueve el de la sociedad más efectivamente que cuando realmente intenta promoverlo’ ”.

Esa “mano invisible” mencionada por Adam Smith, es llamada hoy en día “la mano invisible del mercado”—y especialmente del libre mercado—que es la antítesis de la “economía centralmente planificada” (o socialista).

Las descritas características del Socialismo y del Liberalismo, hacen que sea imposible la existencia de un “Socialismo Bolivariano”—la escogencia del nombre de Simón Bolívar como uno de los símbolos de los gobiernos, movimientos revolucionarios y guerrillas marxistas (socialistas) en América Latina, se debe a que Bolívar fue fuertemente influenciado por las Revoluciones Americana (1775-1783) y Francesa (1789-1799), que a su vez fueron inspiradas por la Era de la Ilustración, los principios ciudadanos en los que debe fundamentarse una república y los derechos inalienables del hombre.

Y el Libertador Simón Bolívar, no pudo nunca tener ni tiene nada que ver con las revoluciones socialistas cubana (1959), china (1948) ni bolchevique (1917), que ocurrieron todas muchísimos años después de su muerte el 17 de diciembre de 1830, cuando el inventor de Socialismo actual o moderno; Karl Heinrich Marx, tenía apenas 12 años de edad.

Debido a que Venezuela desde su creación en 1830—al separarse de la Gran Colombia—y hasta nuestros días, nunca ha conocido realmente la democracia.

[El hoy llamado “período puntofijista”, es magistralmente definido como una “partidarquía” por el Dr. Michael Coppedge , quien vivió dos años entre nosotros durante la presidencia del Dr. Jaime Lusinchi, dedicado exclusivamente a estudiar el sistema político venezolano], y ha estado mayormente subyugada por caudillos militares; el culto a Bolívar; promovido extensa e intensamente por muchísimos de sus gobernantes militares y civiles, enfatiza—casi exclusivamente—sus acciones militares y guerreras, dejando de lado la realidad: que Bolívar usó la guerra sólo como el medio político indispensable, para poder lograr convertir en realidad su ideario político-económico, que como registra la historia no era otro que el Liberalismo—concepción político económica que aprendió de sus tutores y maestros en Venezuela y Europa, y que lo hicieron familiarizarse con los escritos y pensamientos de los promotores de La Ilustración y otros pensadores anteriores a su época, como muy bien lo describe Jorge Mier Hoffman, en su escrito titulado: “Bolívar y las Sociedades Secretas” [http://www.simon-bolivar.org/bolivar/soc_secret02.html], donde dice:

“Con su maestro Simón Rodríguez, el mundo de la política y la filosofía adquieren un aire renovador, cuando ambos se instalan en una modesta vivienda en la Rue Lancry… Su maestro quien se había cambiado el nombre por Samuel Robinson, le influyó en la lectura de afamados filósofos de la política como: Voltaire y Montesquieu, cuyos libros compartían, discutían y analizaban a la luz de los acontecimientos del Nuevo Mundo… Pero Jean Jacques Rousseau, será el filósofo francés que más influiría en las ideas revolucionarias que forjaron el espíritu aventurero y revolucionario de Bolívar como Libertador…

… Bolívar, reflexiona, discute y medita con su maestro la visión geopolítica de un sistema de gobierno distinto a la monarquía que reinaba en Europa: los derechos humanos; los procesos electorales; la renovación constante de los cuadros del gobierno; la independencia de los poderes: ejecutivo, legislativo, judicial, electoral moral; los modelos de constitución; la libertad de culto; la educación gratuita; la reforma agraria; la esclavitud y los Derechos del Hombre; la autodeterminación de los pueblos; la opresión española; en fin, todo un contexto revolucionario que cambiaría la manera de pensar y de actuar de los pueblos.”.

Y aunque es cierto que en los escritos de Bolívar podemos hallar varias afirmaciones suyas que insistían en que la América liberada por él y José de San Martín, del yugo de la corona española, debería unirse en un solo país para poder ser capaz de enfrentar a los Estados Unidos del Norte de América—como parcial y brevemente lo fue la Gran Colombia, esas afirmaciones suyas sólo estaban fundamentadas en la historia militar y geopolítica de Europa donde son numerosísimos los eventos de invasiones de dominación y de guerra. Bolívar nunca cuestionó los principios filosóficos, políticos ni económicos sobre los cuales los fundadores de los Estados Unidos de América crearon a su nación—porque eran los mismos principios que él defendía para fundamentar a las naciones que él libertó.

Ojalá que las instituciones venezolanas—desde este mismo momento—y especialmente cuando finalice la obscura etapa político-económica que padece nuestro país, se dediquen a rescatar y difundir ampliamente el verdadero ideario político de nuestro Libertador, para que cese; de una vez por todas, la hipócrita y cínica utilización de su nombre y de su gloria por parte de políticos y golpistas de todo cuño, para intentar justificar sus acciones, y pueda Venezuela comenzar a alejarse del pernicioso socialismo que le impide ocupar su lugar al lado de las mas avanzadas naciones del planeta.

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